Es imperioso aportarle un mayor desarrollo turístico a la simbólica isla Tenglo, cuyo descuido en este aspecto, hoy en día, continúa mostrando y acentuando el increíble desperdicio que represente en el marco del desarrollo de la industria sin chimeneas de Puerto Montt.
El contraste con la ciudad-puerto es demasiado evidente, sobre todo para los visitantes. No conciben ni entienden, que ese ícono insular, que es el gran sello distintivo marítimo local, permanezca tan divorciado de la modernidad que va adquiriendo, a paso crecido, la capital regional.
Y menos se explica el forastero, que la condición de estancamiento y subdesarrollo de Tenglo llegue al extremo de tanto desaseo en plena temporada veraniega turística. Uno de sus principales atractivos y símbolo religioso -el Santuario Cruz de Tenglo- en sus cercanías y derredor, incluyendo el mirador natural allí existente, llaman la atención por su repelente suciedad -con toda clase de desechos-. Lo que no solamente es un reflejo de desidia y despreocupación, sino también de burda incultura ciudadana. Son serios puntos en contra del turismo de excelencia que aquí se anhela establecer.
Es perentorio erradicar esas malas costumbres y, al mismo tiempo, acondicionar bastante mejor -aunque sea básicamente- a la isla Tenglo. Sobre todo, con una más óptima conectividad. Para recorrerla y disponer de buenos accesos a sus principales atributos. Especialmente, tratándose de su recurso más visible, como lo es su enclave espiritual con la gran Cruz en la cima de la puntilla de la isla. Donde, incluso, se proyecta habilitar un llamativo parque urbano que la enlace con Angelmó, como un significativo conjunto digno de disfrutarse.
Tenglo,- por su importancia turística y representatividad de Puerto Montt-, amerita una mayor integración al desarrollo local, comenzando por incorporar esta señera isla al magno plan de desarrollo del borde costero que se viene para Puerto Montt. Con ella, sin duda, nuestro bordemar se enriquece enormemente. Téngase presente.