Austera Navidad
Navidad y Austeridad, desde el punto de vista del marketing, podría resultar una dupla que no congenia, pero verdaderamente sí lo hace.
Si las marcas entendieran que la gente agradece cada vez más que no se invite a comprar, sino más bien a vivir experiencias y sensaciones, de forma paradójica más ventas realizarán, pues es la oportunidad de ser los primeros en comunicarlo y reconocerlo. ¿Cuántos no irán a hacer sus compras a aquella tienda donde el anuncio de Navidad es un famoso cantante latino y un también famoso muñeco de la TV chilena? Si nos adentramos en el verdadero espíritu navideño, donde los niños son los verdaderos protagonistas, es responsabilidad de las familias -pero también de las marcas que "venden" un momento para vivir en conjunto-, comunicar mensajes acordes con lo que se quiere escuchar. ¿Y qué quiere un niño? Un niño quiere ser maravillado, quiere ser sorprendido, quiere sentirse parte de un cuento navideño idealmente en un entorno familiar. Por ello, las experiencias y los momentos son imprescindibles, pues, son los que quedarán en su recuerdo cuando ya peine canas.
En este sentido, las marcas pueden "vender" momentos, y uno de ellos puede ser el compartir en familia, volver al origen con la creación "a mano" de los regalos navideños. Por ejemplo, una gran empresa del retail de la construcción puede convocar a las familias con sus hijos a construir regalos de madera, regalando un "Manual de mágicos momentos". En el fondo está invitando a la familia a compartir un momento, les insta a ser creativos con un gesto noble y, de paso, les invita a comprar algunas cosas que le faltaban con el descuento navideño. Pero eso ya es otra cosa, que está relacionada a la venta cruzada.
FELIPE VARGAS y CRISTIÁN TOFFOLO. Agencia AZTRO.
Disconformidad con empresa
Quiero, por este medio, manifestar mi disconformidad con el actuar de la empresa Telefónica del Sur, que, producto de la falta de rigurosidad del personal técnico, y escasa operatividad de las funcionarias del call center, mantuvo mi domicilio durante una semana (de sábado a sábado) sin servicio de internet, televisión y telefonía.
La situación se generó cuando me ofrecieron emigrar a fibra óptica, lo que acepté gustoso por las ventajas que ello significa. El sábado 24 de noviembre llegó el técnico a mi casa para hacer los cambios y la nueva instalación. Sin embargo, cuando quiso activar el servicio se percató que el poste donde me habían conectado no tenía potencia. Me indicó que dio cuenta de ello y que el lunes solucionarían el problema, tras lo cual me llamarían para efectuar la activación. El lunes nadie llamó; llamé martes, miércoles, jueves y viernes, hasta dos veces al día y sin ninguna respuesta clara ni menos una solución. Sólo el sábado me transfirieron con un encargado de la parte técnica que apuró las gestiones. Tampoco quisieron darme el número del jefe de sucursal, sino que tuve que ir a las oficinas de la compañía. En fin, toda esta lamentable situación me significó un serio perjuicio, porque hay trabajos que efectúo desde mi casa, lo que durante esa semana no pude hacer con el consiguiente daño económico. Ahora, la compañía sólo se limita a compensar según lo señala la ley, y un ofrecimiento de una rebaja de 4 mil pesos durante 6 meses. Como lo anterior no compensa los malos ratos, ni haber estado aislado una semana ni el daño económico sufrido, he decidido dar a conocer públicamente el hecho, como primer paso, y luego denunciar lo sucedido ante la Subtel y demandar a la compañía.
Es lamentable que una empresa que es de la zona, no haya sido capaz de resolver con prontitud un problema, y que no compense adecuadamente el daño provocado y haya que recurrir a tribunales para resolver.
VÍCTOR HUGO ARAVENA SOTO.
Personas y médicos
¿Cuándo las personas se convirtieron en pacientes? ¿En qué momento dejaron sus nombres y se transformaron en usuarios? Por otro lado, ¿quiénes fueron los médicos que se alzaron sobre la sociedad y empezaron a decidir por ella? ¿Quiénes fueron los que instituyeron el menosprecio, la desvaloración y el miedo cómo herramientas de formación? ¿Quiénes fueron los primeros que se olvidaron de su propia humanidad? No es necesario responder a estas preguntas, tan solo reconocer que llevan a un asunto relevante, la pérdida, entre los profesionales médicos, de la noción de persona, de nuestro propio reconocimiento como tales, de sus limitaciones y sus potencialidades, de sus grandezas y miserias, de aciertos y fracasos. Todo esto reforzado por modelos que se reproducen en generaciones y generaciones de médicos, que en su formación enfrentan, enfrentamos, una dicotomía absurda entre ser personas que practican una profesión a ser médicos que a ratos viven. Para superar esto el reto es, creo, mirarnos en un espejo, sentirnos humanos, valorar al que está a nuestro lado y enseñarles a las futuras generaciones que no se puede ser médico si no es desde la libertad de situarnos como personas que acompañan a otras desde una igual dignidad.
MATÍAS JARA VARAS.