La solidaridad alada -en vuelos fraternos y de humanitario servicio-, como la que entregara con tanto valor y generosidad, con motivo de la aciaga experiencia del desastre telúrico de mayo de 1960, aterrizan en la memoria puertomontina, al cumplir hoy 20 de julio su octogésimo tercer aniversario el Club Aéreo de Puerto Montt.
La histórica Base Aérea de La Chamiza fue el centro de las precursoras operaciones de la noble institución. Desde su fundación en 1935, a iniciativa del comandante de aviación Manuel Tobarías, hasta 1948, año de su traslado a La Paloma, donde se habilitó el aeródromo cuando era presidente del club, el piloto Marcel Marchant, cuyo nombre lleva ese terminal desde 1991 en homenaje a quien fue uno de sus más destacados exponentes. Y así reconocido por la Federación Aeronáutica Internacional, que en 1983 le dio el premio "Paul Tissandier".
Un Gipsy Moth, biplano inglés, hecho de madera y tela, fue el primer avión que tuvo el Club Aéreo local. Al que luego se fueron uniendo los Fairchild PT-19, hasta llegar al presente con modernas aeronaves tipo Cessna.
Admirables proezas resplandecen en la alada trayectoria de los pilotos civiles puertomontinos. Como su valiente y humanitario socorro a los damnificados del terremoto de Chillán en 1939 y a quienes sufrieron los devastadores embates de los sismos de mayo de 1960 aquí en el sur austral, integrando con la FACh un puente aéreo de rescate que jamás se olvidará. Mientras que, actualmente, el Club Aéreo sigue aportando valiosos servicios. Como la formación de pilotos de proyección nacional e internacional; disponibilidad de su aeródromo para conectar con la zona austral cordilllerana e insular, tareas relacionadas a la industria acuícola, integración comunitaria y evacuaciones aeromédicas a cargo de aviones militares, comerciales y civiles; así como, entre otros, su aporte educacional y cultural, mediante la atención a delegaciones escolares, organización de eventos y concursos artísticos.
En sus 83 años de solidario volar, Puerto Montt saluda y agradece a sus intrépidos pilotos civiles.