Un ejemplo de granítica democracia dio, una vez más, Chile, la Región de Los Lagos y su capital Puerto Montt, luego de realizarse ayer -en un marco de admirable orden y tranquilidad- el republicano proceso por el cual los votantes eligieron Presidente de la República, por el próximo período de cuatro años, al abanderado de Chile Vamos, Sebastián Piñera.
Oportunamente, funcionaron las mesas receptoras de sufragios y la población acudió a ellas gradualmente para cumplir su deber cívico, impresionando los ejemplos de civismo de personas de avanzada edad, con limitaciones físicas y provenientes de apartados lugares. Mientras que los efectivos de las Fuerzas Armadas, Carabineros e Investigaciones, una vez más, garantizaron la normalidad de los comicios. Al igual que los integrantes de organizaciones de apoyo como Bomberos, Cruz Roja y Defensa Civil, entre otros, que conformaron el dispositivo logístico de resguardo.
En medio del alborozo de sus partidarios y adherentes, el nuevo Jefe del Estado chileno se dispone, ahora, -con sus mejores capacidades y decisión- a cumplir el programa gubernamental que anunciara en su campaña con tanto fervor poner en marcha para la nación.
Sin embargo, lo que los chilenos en general más anhelan es que el país continúe desarrollándose y creciendo cada vez más en un ambiente de armonía, entendimiento, solidaridad y respeto. Sin odiosidades ni violencia. Sin divisiones. Con la convicción de trabajar siempre unidos por un Chile que a todos pertenece. Y por cuya grandeza y bien superior, bien vale la pena erradicar los egoísmos, la avaricia, las animosidades, el odio y los rencores. Que son los principales escollos que impiden el entendimiento, los acuerdos y la mancomunión de fuerzas.
Eso es lo que la ciudadanía idealmente espera que impulse el nuevo Primer Mandatario con su ejemplo y el de todos los partidos políticos, incluyendo al postulante a la presidencia que quedó en el camino y a sus seguidores. Sólo así, Chile progresará para todos y con todos. Verdaderamente.