Una tragedia que recuerda el dolor vivido hace 15 años por los vecinos de caleta Buill, Comau
FACTOR CLIMA. El sur del país se ha forjado bajo el rigor de las condiciones climáticas complejas que, de cuando en cuando, nos recuerdan su poder, aunque de la manera más brutal.
La noche del 2 de mayo de 2002, 15 años atrás, se vivió una tragedia inolvidable para la localidad de Buill Sur, en la Península de Comau (a 100 kilómetros al norte de Chaitén). Un aluvión arrasó con varias viviendas, dejando un saldo final -tras semanas de voluntariosa búsqueda- de 12 muertos y siete desaparecidos.
Una bofetada de la enorme e incontrarrestable fuerza de la naturaleza que se repite, esta vez, al sur del propio Chaitén, en Villa Santa Lucía.
Pese a la petición de evacuación ordenada por las autoridades de la época, fueron decenas de vecinos de la península que llegaron a colaborar con las maniobras de rescate que se vieron dificultadas, como se repite hoy, con la persistente lluvia que imperaba en la zona.
Las escenas de tristeza e incertidumbre la vivieron de cerca, en esa oportunidad, todos los descendientes de la familia Catín. Que hasta el día de hoy recuerdan con nostalgia el incidente y los días de búsqueda.
Dolor y resignación
Durante un reportaje hecho por El Llanquihue el año pasado, José Marcos Catín contaba que su abuelo era el dueño de los terrenos que ese 2 de mayo a las 20 horas desaparecieron. "Llevaba una semana lloviendo, no paraba de llover, entonces se juntó agua en la parte de arriba de los cerros y al final, el río pasó a llevar lo que había. Hubo como 22 personas en la zona del rodado, todos eran Catín, mis tíos y primos".
"Cuando se supo, salimos en la noche y encontramos un puro cadáver, el de mi primo Osvaldo, al que no alcanzó a taparlo la tierra... Le pegó una piedra en cabeza. Del resto esa noche no se vio nada. Al otro día vino toda la península, el Gope, comandos de ejército, los marinos, etc. En la mañana llegamos y qué podíamos hacer ante ese desastre, eran miles de toneladas de piedra y tierra, no había nada. En algunas partes se podía pasar y en otras era peligroso, y el mar estaba completamente lleno de barro y palos", revelaba. Su primo Leonidas Catín contaba que "el aluvión "viajó" a 150 kilómetros por hora. Donde supuestamente se ubicaban las casas estaba barrido completo, solo un perrito aullaba, que era el 'Rocky'. Donde finalmente se encontraron los cuerpos era (un lugar) nada que ver", rememoró.