Hospital de Futaleufú
Los inicios de la salud en la comuna de Futaleufú, en su etapa estructural, comenzó con una posta ubicada en el sitio número 1 manzana 17 de la entonces comuna Subdelegación de Futaleufú, a cargo de la matrona Berta Flores y la auxiliar Clarina Velásquez Baeza, que además de efectuar control a las madres embarazadas entregaban leche a los lactantes y los medicamentos fundamentales.
Terminados de construir los edificios públicos de la comuna el año 1960, frente a la Plaza de Armas se procedió a entregarle tres dependencias en el segundo piso y una bodega, para que funcione la posta de salud en mejores condiciones estructurales.
Ocurrido el incendio de los edificios públicos el año 1978, se solicitó a Bienes Nacionales, con el visto bueno de la gobernación provincial, los terrenos de la quinta G. de 20.000 metros cuadrados. Allí se comenzó a construir el primer hospital de la comuna. Previamente el alcalde de entonces, Belarmino Vera Vera, había obtenido de Corhabit (Corporación de Servicios Habitacionales), cuyo director era Juan Hamilton Despassier, siete casas, las cuales fueron transportadas entre Santiago, Puerto Montt y Chaitén.
Así, el año 1971 se comenzó a levantar el hospital mediante el empleo de cinco de estas casas para hospital y las otras dos, todas prefabricadas, fueron destinadas como casa habitación para los médicos Miguel Ortega González y Roger Ortega Sepúlveda y sus familias.
Posteriormente, dada la necesidad de ampliarse, el mismo alcalde Vera Vera consiguió los fondos para levantar la segunda parte del hospital donde hasta hoy funcionaban las sección hospitalizados y urgencia entre otros. Esta construcción se obtuvo el año 1996, siendo presidente su excelencia Eduardo Frei Ruiz Tagle.
Hoy estamos a pocos días de inaugurar un nuevo hospital más moderno, más funcional que los recintos que lo antecedieron, que contará con una planta de 90 funcionarios, incluido su director, el doctor Diego Bustos, la jefa del personal Consuelo Medina y cinco médicos de Medicina general.
Belarmino Vera Vera
Vergüenza
Las declaraciones del fiscal nacional Jorge Abbot, señalando que en Chile los particulares deben tomar medidas para enfrentar al terrorismo, son un desatino (el conocido señor Tomás Mosciatti, en su radio las calificó de bellaquería y al mismo fiscal con ese adjetivo).
Yo creo que la intención de Abbot fue poner paños fríos al peligroso incremento del terrorismo en la zona sur, alineándose en la posición del gobierno, que ha demostrado ser nulo en su deber de proteger a la ciudadanía. Al hacer sus declaraciones, él no enfrenta el último atentado con 29 camiones quemados, condenando fuertemente las acciones violentistas y confunde conceptos.
Claro, se dice que cuidemos nuestras cosas porque "la ocasión hace al ladrón", pero eso se refiere a la delincuencia común, la ratería, no al terrorismo. Contra ello, son los gobiernos los que deben asumir la defensa de los ciudadanos porque se requiere armamento, licencia para defenderse de fuego con fuego, trabajo de inteligencia, una legislación estricta y lo más importante, la claridad que el gobierno persigue a los terroristas, no les teme, o siembre la duda que les protege. Peor aún, las declaraciones del Ministro del Interior, quien señaló que cada uno debe cuidar lo suyo, es decir deben los particulares armarse, encerrarse y los empresarios formar sus propios comandos de seguridad.
¿Sería aceptable que frente al último atentado terrorista de Barcelona, el gobierno español hubiese señalado que los comerciantes o el municipio, debían evitar que los terroristas abordo de un vehículo arrollen a los transeúntes en cualquier calle? Obviamente sería un escándalo, y es una vergüenza que el gobierno chileno sea inoperante, que la Presidenta reitere lo que ha dicho muchas veces frente a estos ataque "tengan la seguridad que el gobierno no permitirá estos actos de violencia....y es necesario el diálogo para solucionarlo".
Ya son cientos los camiones quemados, los puestos de trabajo perdidos, los empresarios que han frenado sus proyectos y el terror que se ha sembrado, desde que el matrimonio Luchsinger Mackay fue asesinado y de nada han servido las herramientas del Estado, ni el diálogo de Bachelet.
¡Una vergüenza!, incluida la falta de labores de inteligencia de las policías, que si tienen las manos amarradas, deben decirlo. De otra forma hacen el ridículo mundial.
Miguel Veyl Betanzo