Si queremos estar representados dignamente y con proyecciones futuristas en el fútbol profesional chileno, -estimados dirigentes y población puertomontina-, entonces edifiquemos seriamente -con participación concreta y mayoritaria- un Deportes Puerto Montt cabalmente organizado, económicamente bien respaldado, alentado de veras por una masiva hinchada, apoyado por gran cantidad de socios, impulsado por empresarios constructivos y reconocidos de la oportunidad de surgimiento que les concede la capital regional.
Tomemos conciencia, que con unos cuantos socios no se puede mantener una institución en el balompié rentado nacional, como ahora se comprueba. Menos, sin la clave colaboración empresarial y un estímulo que no alcanza para tal en el estadio.
En tales condiciones, de tan frágil y amorfa existencia, -en un medio que se muestra indiferente, anémico, que en nada ayuda-, se hace cada vez más difícil la participación de Puerto Montt en las ligas mayores del fútbol. Y en vez de prestigiar a la ciudad, de hacerla notar en el plano nacional deportivo y turístico, la rebaja y humilla ante los demás con semejante incapacidad y limitación de recursos.
Frente a esa dura realidad, la experiencia y el buen razonar aconsejan asumir responsabilidades, reflexionar y decidir, de una vez por todas, en cuanto a si verdaderamente hay capacidades y voluntad para seguir adelante con la entidad albiverde, la cual parece ya no resistir más su vacilante caminar hacia un incierto destino.
Así las cosas, el nuevo directorio que asuma la conducción de Deportes Puerto Montt tiene la delicada responsabilidad de enmendar los rumbos del club y de integrar -ojalá masivamente- a los puertomontinos a la marcha institucional: ya sea como socios, colaboradores voluntarios o como hinchas capaces de repletar el Estadio Chinquihue cuando se juega de local. Urge emprender una campaña a fondo en este aspecto. Que permita potenciar financieramente al club, hacerlo competitivo, grande y un fiel representante de Puerto Montt y la Patagonia.