En medio de la nostalgia, el más profundo cariño, admiración y gratitud de la comunidad puertomontina y sureña en general, se conmemoran hoy -4 de abril de 2017- los 30 años cumplidos desde que -por primera en la historia local- visitase Puerto Montt en esa fecha de 1987 el Papa Juan Pablo II, declarado en santidad por sus excelsas virtudes espirituales.
En su honor y recuerdo, el arzobispo de Puerto Montt, monseñor Cristián Caro, presidirá hoy, a las 19 horas, una santa eucaristía en la Iglesia Catedral, donde se congregarán la comunidad y autoridades representativas. Especialmente aquellos que tuvieron el privilegio de recibirle aquel día.
Fueron tan sólo cuatro horas, las que estuvo en nuestra ciudad puerto, el recordado y querido pontífice. Pero que bastaron para acogerlo como el amigo más apreciado y al que jamás se olvida. Más aún si su gestión había sido decisiva para evitar una guerra fratricida y afianzar caminos de hermandad americana.
Millares de personas, que rebalsaron la extensa explanada del bordemar-que lo clamaban enfervorizadas y felices aquella soleada tarde abrileña- lo admiraron mientras navegó por la bahía en el buque Cirujano Videla, rodeado de pescadores artesanales, y luego al desembarcar en la costanera y recorrerla en el papamóvil hasta llegar al altar eucarístico. Donde escucharon, con devoción, su emotivo mensaje sobre los 500 años de la Evangelización de América. Y, finalmente, recibir -conmovidos y pletóricos de esperanza- las inspiradas bendiciones del Papa Juan Pablo II, que -mostrando emocionada dicha- con su diestra hacía una y otra vez la señal de la cruz hacia la gente, que alzaba cruces, rosarios y otras imágenes, que perpetuaran tan único suceso en sus vidas junto al más grande santo de nuestros tiempos.
Mientras tanto, aquí en Puerto Montt, continuamos en deuda -a 30 años de la visita del Papa Juan Pablo II- con aquel testimonio visual de su imagen erguida en una plazoleta costanera, que inmortalice ese episodio y la gratitud espiritual puertomontina.