Luis Toledo Mora
La macrozona sur, compuesta por las regiones de La Araucanía, Los Ríos, Los Lagos, Aysén y Magallanes, es la que concentra las mayores cifras de trabajo infantil en nuestro país.
De acuerdo a cifras de la Encuesta Nacional de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (Eanna), en este amplio territorio el 10,1 % de los menores entre 5 y 17 años realiza alguna actividad económica. En definitiva uno de cada 10 niños o adolescentes realiza algún trabajo, lo que equivale a cerca de 48 mil menores. Muchos de estos no disfrutarán la Navidad como niños.
El padre Leopoldo Olivares, párroco de la Parroquia El Buen Pastor de la población La Colina de Puerto Montt, realiza un intenso trabajo con niños. Organiza diversas actividades, entre ellas campamentos durante las vacaciones.
El sacerdote católico sostiene que "dentro del abuso infantil también existe el abuso por explotación laboral, el que impide a los menores desarrollar su infancia y preadolescencia de forma normal, ya que deben asumir responsabilidades que debieran estar en manos de adultos".
Explotación laboral
El religioso explica que esta realidad muestra dos caras. "Hay menores que son explotados por adultos y hay otros que se ven en la necesidad de trabajar, para contribuir económicamente a su hogar. Son casos distintos, pero ambos requieren de una intervención social", argumenta.
Respecto a esta realidad, el religioso advierte que el trabajo de niños y adolescentes no debe confundirse con " los casos de menores que acompañan ocasionalmente a sus padres en sus actividades habituales, los que a través de su ejemplo aprenden sobre la dignidad del trabajo".
Desde el mundo evangélico, el pastor Jairo Quinteros, de la Iglesia La Viña, indica que "desde nuestra experiencia, entendemos que la situación de niños que ha temprana edad se ven en la obligación de trabajar, necesariamente vulnera su derecho de vivir su infancia como muchos de nosotros la vivimos. Entendemos que esta crisis se origina fundamentalmente por la ausencia de padres proveedores, el alcoholismo de los mismos, las drogas y evidente falta de educación para poder tener más herramientas para dar a los niños condiciones mínimas".
En esta línea, la Iglesia La Viña, a través de su Fundación Pura Vida, actualmente está formulando un proyecto para contar con una residencia de niños vulnerables.
"Esto obedece a la crisis que nuestro país está viviendo en materia de la protección de los niños vulnerados, como se ha visto en el Sename. Nosotros queremos ayudar, abrir una pequeña puerta para desahogar la demanda de compasión hacia los niños y asumir responsablemente lo que significa el futuro de Chile", indica el pastor Quinteros.
El flagelo de las drogas
Dentro de los niños más vulnerables, están los que han caído en situación de calle y han derivado al consumo de drogas solventes, en lo que se conoce popularmente como los "niños del neoprén".
"Siempre como sociedad tenemos grupos que están vulnerables a ciertas problemáticas y hemos identificado situaciones complejas. Sabemos que la protección de los menores le corresponde a Sename, pero nosotros debemos activar las redes con el Ministerio de Salud para entregar tratamiento en caso de que se requiera. El consumo de solventes es una realidad presente a nivel país; por ello estamos disponibles para entregar la asesoría correspondiente", dijo Andrea Castillo, directora de Senda en la Región de Los Lagos.
Pamela Soto, directora regional de Sename, indicó a El Llanquihue que "existe un programa especializado, que mantiene alrededor de 40 plazas y allí se preocupan de los niños en situación de calle, pero está labor la hacen en conjunto con otras instituciones, entre ellas el Hogar de Cristo. Los niños en situación calle, en general, tienen un adulto responsable, y cuando se le pregunta si viven con alguien, señalan que sí".
Respecto a la situación laboral, precisó que la labor de Sename apunta a la infancia vulnerada, con casos extremos como explotación sexual comercial de menores o trata de personas, y que han realizado acciones en este ámbito.