A propósito de los imperativos de connotación de identidades localistas, siempre será conveniente profundizar y hacer valer la nuestra, la de Puerto Montt, que, ante todo, es de característica netamente marítima.
Condición de privilegio, en torno a la cual emergen y se desarrollan sus principales productividades y sustento, desde sus recursos portuarios, pesqueros, acuícolas, náuticos, paisajísticos y turísticos. Comenzando por el incomparable paraje marino que adorna a la ciudad, junto a su isla cercana y tradicional: Tenglo; su canal-brazo de mar, que es su principal avenida de desplazamiento oceánico; su enclave portuario, hoy básicamente concentrado en la atención de los mega cruceros interoceánicos, junto a ese histórico emblema turístico puertomontino que es Angelmó, el gran mercado de los productos del mar y sus agrados gastronómicos; el nuevo puerto privado en el sector de Panitao y su halagüeño porvenir. Sus riberas hacia Chinquihue adornadas de las bellas marinas del Club Náutico Reloncaví; el hermoso y moderno Estadio, a escasa distancia del canalizo; los enclaves de la pesca artesanal en las inmediaciones de Anahuac, mientras espera hacerse realidad también en esa área costera la Casa de Botes y su equipamiento para albergar al deporte de la boga porteño. Mientras que, por la otra zona del bordemar de la capital regional, desde otra caleta típica local, avanza la gran obra de construcción de la doble vía costera, y mirador, hacia el tradicional ícono turístico Pelluco, al que se proyecta transformar en un relevante balneario de la zona sur. Y sin olvidar el muelle de paseo, que nace frente a la Plaza y se adentra en la bahía desde un inolvidable pretérito.
Esa es la connotación primordial de Puerto Montt -su hechura marítima-. A base de la cual deberá desarrollarse y vigorizarse. Siempre de cara al mar, nunca dándole la espalda. Particularmente, cuando llegue el momento de hacer valer uno de sus principales tesoros del mar: la isla Tenglo, que es indispensable desarrollar e integrar decidida y definitivamente a Puerto Montt y su vocación turística. Ante el cual no hay argumento que valga, porque un Puerto Montt sin su isla carece de futuro en el turismo.