La carta, que hemos publicado ayer en El Llanquihue, donde un hincha de Viña del Mar felicita al público puertomontino por su caballerosidad y hospitalario trato en el transcurso de la final Puerto Montt vs. Everton dirimida en Chinquihue, la verdad es que no deja de conmover y llenar de orgullo a los originarios y avecindados en este pujante y promisorio terruño, cuyo paisaje es tan bello como el alma de sus habitantes.
Textualmente, la misiva del viñamarino César Reyes A. expresa a los porteños: "Mis más sinceros respetos y agradecimientos a la hinchada de Deportes Puerto Montt y a los puertomontinos en general, por la actitud deportiva que mostraron en el último duelo contra Everton. Al menos, mil viñamarinos los visitamos, sintiéndonos acogidos y respetados. Felicito a toda la ciudad, que hizo honor a la famosa hospitalidad por la que son conocidos".
Certeras palabras. Animan, reconfortan. Hacen sentir bien. Enorgullecen.
Nos adherimos a esas congratulaciones forasteras. Así es. Nuestra hinchada, el público, la barra, siempre han sobresalido por su ejemplar comportamiento dentro y fuera del estadio. Fervorosos y estimulantes con su plantel representativo, pero respetuosos del rival, dejándole -en la última definición- que celebre como corresponde su vuelta a la primera división.
Ese es el espíritu, la conducta, la esencia de la cultura física y del turismo -como palancas de desarrollo integral-, que buscan la armonía y fraternidad en la convivencia. Que saben compartir sus atributos y talentos, enriqueciendo mentes y corazones, aportando solaz, entretención y gratas experiencias.
Los forasteros, como el viñamarino César Reyes, al reconocer y destacar la hospitalidad puertomontina, -subrayando esa estirpe como un sello característico de los que aquí vivimos-, al mismo tiempo que honrar, implica un impulso especial para que sigamos cultivando y desarrollando estas virtudes que tanto ennoblecen al puertomontino.
Que la buena y cariñosa acogida hacia el visitante, se traduzca en los mejores servicios para éste. Y que en los escenarios deportivos prevalezca siempre la corrección y la fraternidad.