Cuando parecía que la muerte del ex Presidente Patricio Aylwin, le devolvía algo de dignidad a la actividad política, no sólo porque con su partida se evocaron aspectos de su personalidad que lo distinguían como persona y líder; lo que sumado a todo lo generado en el ambiente por los funerales de Estado, que evidentemente tiñeron de aires republicanos a la ciudadanía; vino lo que nadie imaginaría que pudiese suceder, en una actividad que se supone está llamada a brindar tranquilidad a los habitantes de la nación, en orden a que sus líderes, actúan, con responsabilidad y buen criterio.
Sin embargo, en política todo puede suceder, como admiten sin mucha vergüenza los propios políticos.
Porque el "autogol" que se marcaron al llegar atrasados al Servel a inscribir a los candidatos para la realización de las elecciones primarias, claramente escapa al sentido común con que operamos los restantes ciudadanos que no ejercemos cargos políticos. Porque no hay lógica posible que justifique llegar a última hora a cumplir con un deber. En la vida real, en el terreno de los deberes que todos debemos cumplir, no hay espacio para atrasos, de ningún tipo.
En consecuencia, no es posible acusar arbitrariedad por parte de un organismo como el Servel, que sólo se ajustó a derecho en su actuar.
Lo anterior, en el entendido que se actuó de buena fe, y que el impasse sólo se debió a un lamentable atraso. Sin embargo, el propio desprestigio que tienen los políticos, sumado a acusaciones que hablan de un desacuerdo al interior de los partidos oficialistas para realizar las primarias en cuestión, hacen que la ciudadanía dude de la real voluntad de las cúpulas de los partidos por brindar una demócratica competencia entre todos los candidatos, para ampliar el abanico de liderazgos que tanto bien le debieran hacer a la actividad. No obstante, acciones como éstas, confirman que el poder suele estar concentrado entre unos pocos, y que los afanes por renovar y mejorar la actividad se quedan sólo en los discursos, porque siempre es más fácil mantener el status quo que arriesgarse a cambiar; lo que confirma además que los políticos, siguen viviendo en un estadio distinto al resto de la población, porque no ven lo que para el común de la gente es bastante evidente.