Destinos turísticos "escondidos" son opción para viajes cortos
EN LA ZONA. Pingüinos, trekking, almuerzos al aire libre e incluso una desconocida historia de amor es lo que ofrecen los tour operadores, chances que también se pueden disfrutar de manera particular.
Los índices de crecimiento sostenido del turismo hacen pensar en nuevos productos, nuevas rutas o reconversión laboral, incluso de actividades que han ido dejando de ser relevante en el desarrollo de las comunidades como pescadores artesanales que se dedicaron al turismo con el descubrimiento de colonias de pingüinos Humboldt y magallánicos que llegan a anidar para parir en los islotes de Puñihuil.
Estos comienzan a llegar desde este mes, pero entre diciembre y marzo, dicen los que bien los conocen, se producen los mejores momentos.
Hay varias maneras de llegar, los que llegan en auto pueden alojarse en Ancud y al día siguiente pueden tomar las embarcaciones para salir a los islotes declarados Monumento Nacional, encontrará por ejemplo alojamiento en Pingüinland, hay restaurante en bahía Puñihuil y Costa del Pacífico, trekking y bote que ofrecen los socios de la ruta ecoturismo Puñihuil.
Los islotes quedan a 28 kilómetros de Ancud, y los pasajes de la navegación que tiene un promedio entre 30 y 40 minutos, tienen un costo de 7 mil pesos adultos y 3.500 niños de 2 a 10 años.
Desde Puerto Montt, hay tres tour operadores autorizados por la Municipalidad para realizar circuitos turísticos a las pingüineras. Estas son Lahuén Andino, Tamitur y San Sebastián, empresas que cobran entre 12 mil a 25 mil pesos desde Puerto Montt, dependiendo del números de personas, y de la oferta, como almuerzos que ofrece Tamitur, pero la navegación se paga aparte. Las otras dos sólo incluyen el traslado terrestre hasta Puñihuil, y la navegación y almuerzo corre por cuenta del visitante. La navegación tiene un valor entre 7 y 8 mil pesos y los almuerzos un promedio entre 4 a 6 mil pesos por persona.
Algo similar es lo que se puede conocer en la isla Lagartija o Kaikué, aún cuando no es un servicio muy promocionado.
La isla queda a 15 kilómetros de Pureo, llegando allí podrá encontrar similares ejemplares que en Puñihuil.
Este producto es nuevo en la comuna de Calbuco, y es operado por la agencia Patagonia Austral que por un valor de 45 mil incluye traslado desde Puerto Montt, saliendo de esta ciudad a las 9 horas y desde Puerto Varas a las 8.30 horas en el trayecto podrá conocer Cheulín, bosques de arrayanes hasta llegar al lugar. Dependiendo del número de pasajeros se almuerza en el sector en una casa familiar de lo contrario en un restaurante de Calbuco y es incluido en el ticket. Estos se venden a través de la página Patagonia Austral.cl
Isla Helvecia
Otro producto que encanta es la isla donde se encuentra un bosque de arrayanes milenarios, el segundo más importante de América, siendo superado en tamaño por el de Isla Victoria en Bariloche, pero no en antigüedad ya que el bosque de Chaullín es mucho más longevo.
En poco más de 14 hectáreas residen dos personas. Se Llega al lugar en bote que se puede tomar en el embarcadero en costanera de Calbuco, donde la nave La Picarona realiza traslado desde las 7.30 horas hasta las 20 horas en horario continuado y a convenir con el botero.
El nombre originario de esta isla en la lengua de los chonos es Chaullín, aunque los lugareños la conocen con el nombre de Isla Helvecia, o la "isla del amor" de 14,5 hectáreas que podrán conocer en 20 minutos de navegación, después de haber recorrido la hora en bus entre Puerto Montt y Calbuco.
Esta es una particular isla, perteneció a Emil Whilenhausen, un suizo originario de Zúrich que a comienzos del siglo pasado se radicó allí para vivir un idilio amoroso con su sobrina 25 años menor que ella y con el apoyo de quien fuera Presidente de la República de Chile, Carlos Ibáñez del Campo quien le otorgó el título de propiedad.
Luego el europeo construyó una hermosa mansión y bautizó a la isla como Helvecia, en honor a su enamorada. La historia cuenta que luego estos abandonaron la isla y nunca más se supo de ellos.
Finalmente se vendió a una familia Aldunate de Santiago, quedando en manos de Federico Aldunante, un hombre que al separarse se radicó en la pequeña isla convertido en un verdadero ermitaño.
Se puede visitar la isla pagando 2 mil pesos que cobra su dueño, además del viaje marítimo que no supera esa cantidad.