Cuidadanismo
La multitudinaria y pacífica marcha, convocada en la Plaza Italia en Santiago y convocó a una cifra cercana al millón de personas, ciertamente es el punto de inflexión de una movilización que comenzó hace una semana. Esta convocatoria no sólo es histórica por su capacidad de convocar y movilizar, sino también porque marca el surgimiento de un concepto que no es nuevo, pero cobrará mucha vigencia de ahora en más: me refiero al Ciudadanismo.
Este concepto lo podemos entender como una configuración que se genera en tiempos democratizados, donde dominan las economías liberales y existe alternancia, tanto de derecha como izquierda, en el poder. Éstas, con el tiempo, tienden a mimetizarse ocasionando una fractura social donde lo político termina siendo exclusivo de una minoría dirigente con el consiguiente orden civil imperfecto, pero siempre mejorable.
Lo que estamos viviendo en Chile es la irrupción protagónica de los ciudadanos, quienes pasan de años de postergación y resignación a ser los principales arquitectos de su desarrollo y bienestar. En tanto, los políticos, se sumen en un pozo profundo donde la introspección, sumado a la capacidad de escucha activa, será clave para entender este fenómeno social.
Porque esta manifestación social no es de ciudadanos CONTRA ellos sino CON ellos. El adversario no está en la comunidad sino en el poder. El abuso no proviene del vecino sino de una clase política indolente que mágicamente impulsó iniciativas, en el Congreso, que antes eran impensadas. Con Subsecretarios, Ministros e Intendentes en las calles. Con oportunistas de uno y otro sector buscando obtener dividendos para sus respectivos sectores pero eso, al final del día, es no entender nada. Hoy los políticos no son relevantes, más bien son obstáculos, para las personas por una cuestión básica: la ciudadanía despertó de su letargo y sabe que cuenta consigo misma, y sus comunidades, para progresar, avanzar y salir adelante. Todo en un contexto que vuelve a poner a las personas en el centro.
RODRIGO DURÁN G. Máster en Comunicación y académico.
Proceso constituyente
Sr. Director, al terminar la Dictadura, aprovechando el cansancio tras tantos años de lucha e ilusionándonos con promesas nunca cumplidas, se nos impuso un orden de alegría en la medida de lo posible; ahora los defensores del orden intentan prolongar la militarización del país hasta que por desgaste la gente termine aceptando un nuevo engaño en nombre del retorno a la normalidad, aún cuando es esa misma normalidad la que está siendo rechazada, esa terrible normalidad de los sometidos, esa asfixiante normalidad que no era más que la tapa de la olla a presión.
Cualquier intento de superar la crisis institucional dentro de las actuales reglas del juego está condenado al fracaso, debido a que el desprestigio terminó por deslegitimar a todos los poderes del estado, incluyendo a los poderes morales y a los fácticos; una salida de este tipo no haría más que preparar las condiciones para un nuevo estallido social. Esto se hace muy patente ante el triste destino de quienes fueron brillantes dirigentes estudiantiles y que hoy, al haberse transformado en Diputados, han perdido la credibilidad necesaria para dar la conducción necesaria para que tras la conmoción tengamos una sociedad más justa. Cayeron en la trampa, los perdimos cuando más los necesitábamos, es una pena.
Ahora necesitamos que la gente se autoconvoque a desarrollar un Proceso Constituyente; no nos equivoquemos, es el proceso lo más importante, es necesario que la nueva Constitución sea el fruto de una discusión extensa, que se lleve a cabo en todas las instituciones y organizaciones ciudadanas, y en forma imprescindible en los cuarteles.
Es necesario que los uniformados, tal como todo el resto de los ciudadanos, participen en la construcción de estas nuevas reglas del juego; ellos defenderán una Constitución de origen popular sólo si la sienten propia.
Finalmente deseo destacar que el poder constituyente reside en la gente, el pueblo es el único soberano y no necesita pedir permiso para ejercer este poder.
RENATO ALVARADO V.
Revuelta de la "chaucha"
En agosto de 1947, el presidente González Videla, se vio obligado a organizar un nuevo gabinete, que incluyó a militares y políticos independientes, como Jorge Alessandri, quien asumió como ministro de Hacienda; así, el gobierno terminó apoyándose en partidos de derecha. En Santiago, el 16-8-1949 se aumentó el valor del pasaje de la locomoción colectiva en 20 centavos de peso, una moneda de bajo valor, conocida en lenguaje popular como "la chaucha". A raíz de esto, el 16 y 17 de agosto, los estudiantes salieron a protestar a las calles, apoyados por empleados, obreros y dueñas de casa, quienes mediante la consigna "Micros a un peso", exigían la rebaja del precio del transporte. Durante las protestas, se realizaron barricadas, lanzaron piedras, derribaron postes del alumbrado público, volcaron e incendiaron automóviles y buses; a raíz de esto hechos, el presidente Gabriel González Videla, ordenó a carabineros y efectivos del ejército atacar a los manifestantes, resultando una cifra indeterminada de muertos y cientos de heridos. Por lo ocurrido, el gobierno debió dejar sin efecto el aumento de los pasajes. Se considera que la "Revuelta de la chaucha", fue la base para crear el "Comité unido de obreros".
DERICO COFRÉ CATRIL