Lo ocurrido esta semana en Osorno, y que logró la atención pública de todo el país, es una situación que no podemos aceptar ni tolerar. Por más que se diga que fue un error humano el que mantiene desprovista de agua potable a una ciudad de más de 150 mil habitantes, lo cierto es que la empresa sanitaria Essal no estuvo a la altura para responder con agilidad ante la grave contingencia. Es más, pretender culpar del hecho a un trabajador de la empresa simplemente no corresponde, porque Essal, en horas punta y con tarifas eléctricas de invierno elevadas, ha preferido -para abaratar costos- utilizar sus grupos generadores a diésel, sin considerar que por aquello podría ocasionar una emergencia sanitaria como la que hoy afecta a toda la comunidad osornina por más de siete días. Pero, como estamos en Chile, también no es menos cierto que todos son "generales después de la batalla". En lo personal, por años he fiscalizado a esta empresa sanitaria. Lo hice frente a la contaminación ambiental en Los Muermos, en el lago Llanquihue y, en 2018, por sucesos acontecidos en el río Rahue, en Osorno mismo. Así lo demuestran los oficios que hemos enviado durante este último tiempo y que pueden ver en nuestra página web. ¿Cuántos más han fiscalizado a Essal durante estos años? Hoy aparecen varios en las fotos al lado de los camiones aljibes anunciando las penas del infierno. Sin embargo, ¿cómo han votado en el Congreso para seguir protegiendo los intereses de estas empresas monopólicas y con ganancias más allá de lo establecido por la ley? Otros, en tanto, presentaron querellas. ¿Sabrá la comunidad que desde 2018 duerme en el Senado un proyecto que aprobamos en la Cámara sobre los servicios sanitarios y sus regulaciones? Basta de improvisaciones. Lo único que evitará que tengamos en un futuro más episodios como los ya conocidos, es que aumentemos fuertemente las regulaciones, que pocos se atreven a modificar, y que la Superintendencia de Servicios Sanitarios aplique sanciones efectivas y pertinentes al daño ocasionado, que, por cierto, van más allá de meras multas que al final terminan siendo pagadas por los propios usuarios.

En un oasis de hermosas melodías, protagonizado por dos centenares de niños, niñas y jóvenes músicos nacionales, integrantes de bisoñas orquestas del país, se transforma desde hoy por cuatro días la ciudad de Fresia, cuyos conciertos también se extenderán a Los Muermos, Llanquihue y Puerto Montt. El auspicio corresponde al Gobierno Regional y el patrocinio a las municipalidades de Fresia, Los Muermos y Llanquihue, Junaeb Los Lagos, Colegio de Difusión Artística Los Ulmos de Los Muermos y Dirección de Educación Municipal de la Municipalidad de Puerto Montt.

Se trata de la quinta versión del Campamento Musical de Orquestas Juveniles e Infantiles (17 al 20), que congrega al contingente de artistas del futuro del país y que ya exhiben cualidades excepcionales, depositarias de un talento maravilloso para interpretar las obras de los grandes maestros de todos los tiempos, así como también las inspiraciones de la música popular. Y gracias a estos singulares eventos, todo ese bagaje cultural queda a disposición de las comunidades sencillas, como las rurales, que carecen de estas oportunidades. Y que estos pequeños grandes músicos les entregan con tanta devoción, cariño y calidad, a los sones de su magia instrumental.

Son seis las orquestas infantiles y juveniles que concentra en Fresia este certamen: Filarmónica La Antena de La Serena, Sinfónica San Nicolás de la Región de Ñuble, San Pedro de Atacama, Sinfónica de Educación Musical de Puerto Montt, Juvenil de la Corporación Cultural de Curicó y Juvenil Municipal de Fresia. Habrá también talleres de capacitación con profesores y monitores por las mañanas y en las tardes serán los ensayos de las noveles orquestas.

De este modo, Chile -desde el sur- va esparciendo la semilla de la música -con la niñez y juventud-, no sólo para que surjan más artistas, sino también para que el alma de la gente se empape de nuevos conocimientos y sentires.

Invertir en cultura será siempre la mejor inversión. Sobre todo, desde la infancia. Desarrolla y afianza un porvenir cultivado con más sabiduría.