No podemos permanecer impávidos, insensibles, o hacernos los desentendidos, frente a casos extremos de angustia familiar, como el que padecen una abuela, una madre y su hijita, por la extraña y compleja enfermedad que sufre la menor, y por la carencia de recursos para tratarla y medicarla convenientemente.
Esta es una situación social dramática, que merece atención, amparo y colaboración. Una emergencia, como cualquier otra, digna de ser socorrida con la generosa solidaridad que caracteriza a los puertomontinos y sus autoridades. Y que si se hubiese conocido antes, bien pudo haber sido considerada en el marco humanitario prenavideño.
Como lo acaba de saber e informar El Llanquihue, se trata de una familia de muy modestos medios, que se ha visto en el imperativo de acudir a la caridad ciudadana, para poder solventar los costos que demanda afrontar la delicada salud de la pequeña de 5 años, Alicia Barría, aquejada de varias enfermedades a la vez, por lo que debe desplazarse en silla de ruedas. Y que la obligan a permanentes controles en el Hospital y a depender también del Instituto Teletón de esta ciudad, además del cuidado especial y cercano de su madre en su vivienda del sector de Puerta Sur. Lo que significa que la mamá no puede salir a trabajar y el único ingreso que hay es el que aporta la abuela, Honoria Soto, que se ha visto en la urgencia de laborar por un escuálido sueldo.
En esas precarias y dramáticas condiciones, sobrevive esta esforzada familia puertomontina. Más todavía, si la enfermedad de la niña requiere de abastecimiento de pañales, medicamentos especiales, además de gas o leña para entibiar la casa, ya que la menor debe también regular su temperatura.
¡Hagamos algo por ellas! Sobre todo, por la dulce y sufrida Alicita, que a sus 5 añitos está enfrentada a un drama tan cruel como el tener un cuadro clínico de varias enfermedades juntas. Pero que no pierde la fe, gracias al amor de su madre y abuela. Y ahora, -confiamos-, más el amor y compasión de sus humanitarios coterráneos.