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"Estas personas no eran inmigrantes, no eran colonos, eran 6 trabajadores chilenos que, como buenos chilotes, sabían de navegación".

Javier Matta Manzano, cónsul general de Chile en Bariloche.

Prefectura Naval Argentina.

Habían dado con un dato clave para armar la historia de la embarcación; no obstante, al mismo tiempo sentían que habían llegado a un punto muerto. "A esta altura del partido, se nos había vuelto una verdadera obsesión -yo te diría que al mismo nivel de importancia que encontrar los restos- el hecho de que no se supieran los nombres de las víctimas; ni siquiera se sabía cuántas eran. Había autores que te hablaban de tres, de cuatro, de ocho personas, como si una vida más o una vida menos fuera intrascendente. El caso es que comenzó a pesarnos la idea de decir: '¡Vaya, hay que darle nombre a esta gente!'", recordó.

Documento histórico

Fue entonces cuando acudieron en busca de apoyo al Consulado General de Chile en Bariloche y contactaron al cónsul Javier Matta Manzano, quien además resultó ser un investigador de carrera (es licenciado en Historia y Geografía de la U. de Santiago de Chile y egresado de la Academia Diplomática) y "un ratón de biblioteca", como él mismo se autodefine.

"Vino Pablo Sigüenza después de agendar con nosotros, lo atendí yo, y me empezó a contar de la investigación que estaban llevando a cabo sobre el naufragio de este pequeño vapor, el Helvecia, y que hasta ese momento habían identificado a tres tripulantes chilenos entre los fallecidos y dudaban sobre el número total de personas a bordo (…). Yo me mostré muy interesado porque siempre me ha gustado investigar las historias locales (…) y le conté que en nuestra Cancillería había un archivo que se llama oficialmente Archivo General Histórico, que es una parte de la División de Planificación Estratégica (del Ministerio de Relaciones Exteriores), por lo que le pedí una solicitud por escrito", contó el diplomático.

No tardó mucho tiempo en llegar la respuesta que todos esperaban desde Chile, con la cual se determinó con exactitud las identidades de todos los tripulantes de la nave.

En aquel documento mecanografiado por un amanuense (escribiente) constaba la comunicación que el primer cónsul chileno de la Colonia Agrícola de Nahuel Huapi, Leonidas Pérez, remitió vía oficio N°14 el 22 de enero de 1907 y que fue recibido el 1 de febrero por el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, el diplomático Federico Puga Borne (diputado, senador y nueve veces ministro de Estado).

Víctimas chilenas

Allí se informa de la tragedia que costó la vida a los siguientes connacionales: el maquinista Santiago Pacheco (quien el día del naufragio ejercía como patrón del barco); el piloto Cornelio Hernández, procedente del sector Alfaro de la isla Huar (hijo de Francisco Hernández); el fogonero José Avendaño, natural de Castro; los hermanos Amadeo y Emilio Leiva, ambos marineros y oriundos de Tenaún (hijos de Desiderio Leiva); y finalmente el marinero Rafael Almonacid, procedente de Quillaipe, provincia de Llanquihue.

"Estas personas no eran inmigrantes, no eran colonos, sino que eran seis trabajadores chilenos que, como buenos chilotes que eran, sabían de madera, sabían de navegación y cultivaban la chacra", explica el cónsul Matta, quien además resaltó el rol que cumplieron los primeros chilenos que habitaron en Bariloche.

"Esto es muy relevante, por el hecho de que manos chilenas construyeron esta ciudad, la que muchos llaman la 'Suiza Argentina'. Resulta que la mano obrera -la que construyó las casas, piloteaba las embarcaciones, cortaba árboles, hacía las cloacas (o sea, el alcantarillado, dicho en chileno) y tantas otras cosas; la señora que lavaba los platos, la señora que hacía las camas en los hoteles y hosterías en los años 10, 20, 30, 40- todo ese conjunto de personas fue mano de obra chilena, posteriormente invisibilizada por la política argentina de la época, enfocada en la inmigración europea, que no consideraba a los chilenos en la lista de inmigrantes ni de colectividades, porque las colectividades eran las caucásicas", explica.

Pablo Sigüenza estima que este documento coronó una larga investigación que el 16 de abril de este año -es decir, hace aproximadamente un mes- fue publicada en formato de libro por la Editorial argentina PAM! bajo el título de "Vapor Helvecia: Naufragio, olvido y hallazgo" y que durante este año también espera ver la luz como documental. "Para nosotros fue muy importante dar con los nombres de las víctimas, así lo destacamos en el libro. Yo sé que Nicolás también en el documental hace una referencia muy importante a eso. Sé también que el cónsul Javier Matta está planificando algún tipo de homenaje permanente en el consulado para estas víctimas", mencionó el autor.

Versiones del naufragio

En cuanto a las causas del naufragio, Sigüenza sostiene que existen diversas versiones que aún deben ser indagadas en profundidad. Una de ellas habla de la explosión de la caldera, una hipótesis que el escritor cuestiona luego de haber visto las imágenes submarinas del vapor.

La segunda versión, en cambio, se apoya en datos concretos. "Determinamos, a partir de información de la época del Servicio Meteorológico Nacional de la República Argentina (…), que efectivamente hubo un temporal de viento -algo común aquí- con el lago muy picado y fuerte oleaje. Nosotros nos resistimos a pensar que la causa haya sido un estallido de caldera. Más bien, yo creo que sí, seguramente cuando se hundió, la diferencia de temperaturas puede haber provocado una gran rajadura en la caldera, con un gran ruido y una gran nube de vapor. Pero lo que sospechamos es que hubo accesos mal cerrados, y que al barco, con el cabeceo continuo del oleaje, a medida que iba yendo hacia Puerto Bueno (península de San Pedro), le entró agua y en cada cabeceo se hundiera un poco más, hasta que en determinado momento perdió su línea de flotabilidad y se hundió de proa", infiere. Sigüenza explica que el único capítulo del libro que fue novelado fue precisamente este. "Es cómo creemos que podría haber sido ese último día y qué podría haber pasado", dijo.

El cónsul Javier Matta, sin embargo, ve como un gran valor histórico lo obtenido en esta investigación. "Este libro, y este artículo que usted escribe, desde mi perspectiva, intentan ser unas líneas de respeto a toda esa enorme masa anónima de hombres y mujeres que vinieron para acá y construyeron esta ciudad".

1903 en el lago Nahuel Huapi el vapor Helvecia, propiedad de la Sociedad Chile-Argentina.

empezó a navegar seis tripulantes chilenos la mañana del 31 de diciembre. Solo tres cuerpos aparecieron.

1906 del fondo del lago con una cámara submarina se hallaron los restos del vapor Helvecia.