Démosle una oportunidad a la paz
El 4 de julio de 1969, John Lennon lanzó al público su canción "Give peace a chance", que había sido grabada un mes antes, durante el "Bed in" que John Lennon y Yoko Ono escenificaron en Montreal. El estribillo de la canción, que probablemente todos o la mayoría de quienes tenemos más de 50 años hemos entonado alguna vez, se limitaba a repetir "All we are saying is give peace a chance" o "Lo único que nosotros decimos es denle una oportunidad a la paz". La canción y la "protesta acostada" fueron la manera en que John y Yoko unieron sus voces a la de los jóvenes que en ese momento clamaban por la paz en Vietnam y en el resto del mundo.
Hace algunos días, Jorge Andrés Luchsinger Mackay afirmó en una entrevista, refiriéndose al informe presentado al Presidente de la República por la Comisión para la Paz y el Entendimiento: "Esta iniciativa tiene que ser valorada... En el fondo tiene muchas cosas buenas, varios caminos positivos". Y agregó "Lo que hay que rescatar es que es una buena instancia. La veo como una persona más que vive en la región y ha estado sujeta a la violencia que ha generado este conflicto, y espera que se avance en la solución".
Dudo que, en Chile, haya alguien más calificado que Jorge Andrés Luchsinger para apreciar el trabajo realizado por esa Comisión. El 4 de enero de 2013, su padre, Werner, y su madre, Vivianne, fueron infamemente asesinados por un grupo terrorista que justificaba sus acciones con el pretexto de reivindicaciones de tierras reclamadas por el pueblo mapuche.
Posiblemente son muy pocos los que han experimentado, como él, las consecuencias de la vileza terrorista; pero también son muy pocos los que pueden entender, como él, el verdadero significado y la verdadera necesidad de alcanzar la paz y el entendimiento, no sólo en esa región, sino en todo nuestro país.
Y él, con sus palabras, hizo ahora lo mismo que John y Yoko hicieron en su tiempo: pedir que se le diera tan sólo una oportunidad a la paz.
¿Es muy difícil darle una -una sola- oportunidad a la paz en nuestro país? Visto con serenidad no debería serlo. El informe de la Comisión fue la culminación del sincero esfuerzo realizado, durante alrededor de dos años, por un grupo de personas que representaban distintos actores del conflicto (el Estado, el pueblo mapuche, los agricultores) y distintas sensibilidades políticas y sociales. Ha sido, probablemente, una de las experiencias más notables y loables por alcanzar la solución a un grave problema nacional por intermedio del diálogo y la búsqueda de acuerdos consensuados; acuerdos que conformaran a todos, aunque ninguno viera plenamente satisfecho sus intereses.
Fue, en suma, una experiencia que bien puede ser expuesta como ejemplo de la práctica de la política en un ambiente democrático, frente a un conflicto tan complejo.
Esfuerzo sincero
Es cierto que no se logró la unanimidad en los acuerdos y uno de los comisionados se restó a la firma del informe. Pero lo intentaron hasta el final, al grado de tener que solicitar postergaciones para su entrega buscando justamente esa unanimidad. ¿No fueron capaces de ceder todo lo que era necesario ceder para alcanzar ese acuerdo unánime?: es probable. ¿Pudieron haberlo hecho mejor?: es posible. Pero no creo que alguien pueda decir que no hicieron un sincero esfuerzo. Ellos también intentaron darle una oportunidad a la paz.
Tanto fue así que, como ha explicado en más de una ocasión uno de sus copresidentes, Alfredo Moreno (quien además fue en dos ocasiones ministro del ex Presidente Sebastián Piñera), la mayoría o quizás la totalidad de los elementos del diagnóstico presentado por la Comisión y buena parte de sus proposiciones, fueron compartidas por todos sus miembros. Por otra parte, las proposiciones y sugerencias planteadas son solamente eso: sugerencias que la Comisión presentó a todo el país por encargo del Presidente de la República para que fueran estudiadas y quizás perfeccionadas en el diálogo político y, sobre todo, en la relación entre el Gobierno y el Congreso que tienen la facultad de convertir esas sugerencias en leyes, normas y decretos.
En ese contexto, darle una oportunidad a la paz no puede significar más que agradecer el trabajo de la Comisión, aunque no hayan llegado a un acuerdo completo. Y, luego, hacer un esfuerzo -tan sincero como el que ellos hicieron- por obtener, de su diagnóstico y sugerencias, las mejores decisiones consensuadas que sean posibles para avanzar hacia la solución de ese conflicto centenario. Si un solo acuerdo, una sola decisión, fuese alcanzada, se habría dado una oportunidad a la paz.
No parece ser eso, sin embargo, lo que está ocurriendo. Varios personeros políticos y los dirigentes de los grupos terroristas a los que nuestra democracia les permite hacer escuchar su voz, se han apresurado a rechazar el informe. Las explicaciones han sido múltiples, desde objeciones técnicas al costo de algunas proposiciones que los mismos críticos están llamados a tratar de solucionar si la proposición pareciera correcta, hasta acusaciones de "octubrismo" u otros adjetivos parecidos a las que, como he dicho, no son más que sugerencias que otros deben considerar. Por ello mismo, por tanta descalificación basada más en consignas e incluso faltando a la verdad, es que cobra un valor enorme, gigantesco, el coraje que tuvo la senadora Carmen Gloria Aravena, en renunciar a su partido, el Republicano, hipotecando incluso su relección, con el fin de apoyar lo que podría ser el inicio del fin de un extenso y doloroso conflicto entre chilenos.
Año electoral
La única explicación posible a tanto encono en contra de sugerencias y proposiciones con toda seguridad bien intencionadas por algunos de ellos, es que se originan en la caldera en que el año electoral está convirtiendo a nuestro país. Ojalá esas primeras reacciones sean superadas y, en lo que sigue, se analice el informe con calma y se pueda obtener de él acuerdos provechosos.
Sin duda, como todo acuerdo entre distintas visiones no es la perfección, pero sí puede ser un notable acuerdo por la paz y el entendimiento. Si algo así ocurriese, se habrá escuchado, con auténtica buena fe, las esperanzas de Jorge Andrés Luchsinger y oído el eco lejano de John y Yoko pidiendo esa oportunidad para la paz.