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complejidad: un 80% está activo y necesita contar con políticas públicas que promuevan su validación e integración en la sociedad, y hay otro 20% que no es autónomo y que requiere ayuda del Estado para su cuidado.
Las personas mayores no pueden ser vistas únicamente como sujetos de asistencia, sino como ciudadanos activos con derechos y contribuciones valiosas. Se les debe garantizar una calidad de vida que contemple salud, inclusión laboral, participación social y bienestar emocional. Por lo tanto, centrar las políticas públicas de la vejez, principalmente en el cuidado y las pensiones, nos demuestra la ignorancia que hay respecto a este tema.
-Antes de los resultados del último Censo uno de cada cinco chilenos ya era adulto mayor y se advertía que el envejecimiento es un desafío social, económico e incluso sanitario del país. En esta línea existen programas como el de cuidadores o anteriormente las ciudades amigables con los mayores o las vacaciones de la tercera edad que tienen muchos municipios. ¿Va esto por un buen camino o son esfuerzos aislados?
-Por ahora, son iniciativas dispersas. Existen programas interesantes, como el de las ciudades amigables, promovido por la OMS, pero falta continuidad y relevancia en la política pública chilena. Debemos avanzar hacia un enfoque integral donde las personas mayores sean parte activa de la sociedad y no solo receptoras de servicios.
-¿Debería ser un tema central de los programas presidenciales para los comicios que se aproximan?
-Sin duda. Los candidatos presidenciales no pueden obviar que Chile envejeció. Deben incluir el envejecimiento activo como eje principal en sus programas de gobierno. Hay un grupo de interés, cada vez mayor, que espera de las autoridades propuestas en esa línea, que les asegure su participación laboral, acceso a vivienda, inclusión digital, entre otros temas relevantes.
-¿Qué modelos se pueden observar en otros países?
-En los países asiáticos existe una mirada positiva hacia las personas mayores: se les respeta y reconoce su valor en la sociedad. En contraste, en occidente predominan modelos más excluyentes que tienden a desechar su experiencia, en lugar de aprovecharla. Necesitamos un cambio cultural urgente, que refuerce la integración intergeneracional y el respeto por la longevidad, no sólo desde el Estado, sino también a interior de las familias, de las organizaciones civiles y del mundo privado.