La dirigenta que lucha por el patrimonio del Barrio Puerto
María Elena Santana asumió el liderazgo del tradicional sector de Puerto Montt y desde ahí ha impulsado una cruzada para detener la decadencia de una zona histórica.
María Elena Santana hace dos años y medio asumió la presidencia de la Junta de Vecinos del Barrio Puerto de Puerto Montt. Su principal objetivo es cuidar que las casas patrimoniales no sean ocupadas y que, además, no sean destruidas por incendios.
"Usada como estacionamiento por quienes no viven aquí, como basural de otros sectores, como una zona de paso, sin importarles que este barrio está habitado por personas que aman y cuidan este lugar", describe María Elena lo que pasa con el sector declarado como Barrio Patrimonial. A ello se suma un sentimiento de frustración por la inseguridad y la falta de alumbrado.
Asumió el cargo con muchos desafíos, pero sobre todo, "sentí que no podía seguir esperando que otros hicieran algo. Aquí hay historia, hay vida, hay vecinos que envejecen en silencio mientras las autoridades sólo ven el patrimonio como un discurso", asegura.
-¿Cuáles son los principales objetivos a corto y mediano plazo?
-A corto plazo, queremos recuperar los espacios de nuestro querido Barrio Puerto. Volver a ver sus miradores con vida, sus calles iluminadas, limpias y transitables. Hoy enfrentamos baches eternos como los de calle Ecuador, casas tomadas que terminan incendiadas, narcotráfico en aumento, alcoholismo en la vía pública, botillerías descontroladas y rayados que no expresan arte, sino abandono.
Queremos detener esta decadencia. Queremos un barrio seguro, ordenado. Que no nos sigan usando como estacionamiento y basural de otros sectores. Exigimos limpieza, fiscalización real, bacheo urgente y, sobre todo, luz, para que nuestros adultos mayores puedan caminar con dignidad, sin miedo.
-¿Cuántas casas patrimoniales o por sobre los 100 años hay en el Barrio Puerto?
-En el Barrio Puerto hay cerca de 30 casas que superan los 100 años. Algunas han sido reparadas con esfuerzo para que no se derrumben, otras están abandonadas, a punto de caer, pero cada una de ellas es como un anciano digno, afirmado en su bastón, que resiste el paso del tiempo. A veces pareciera que están dormidas, pero si pones atención, aún se escucha ese leve ronroneo de la vejez, como un susurro que dice: "aún estoy viva".
Estas casas no son ruinas, son memoria viva. Representan oficios, familias, historias de puerto, infancia, alegrías y también dolores. Verlas caer es como perder un trozo de nuestra historia común. Por eso urge protegerlas antes de que el olvido las termine de borrar.
-¿Cree que falta apoyo para impulsar iniciativas que permitan resguardar el patrimonio de Puerto Montt?
-Sí, absolutamente. Falta apoyo, pero sobre todo falta un compromiso real y sostenido para proteger lo que somos. En el discurso se habla mucho de patrimonio, pero en la práctica sigue siendo invisible. El Barrio Puerto, por ejemplo, ha sido históricamente ignorado: las iniciativas nacen desde la comunidad, no desde las autoridades.
Aquí las casas no sólo cuentan historias, aún las habitan personas, muchas de ellas mayores de 60 años. ¿Cómo se puede hablar de resguardo si seguimos viendo botillerías aparecer en cada esquina, aumentando la inseguridad y la sensación de abandono? No puede ser que se sigan entregando patentes de alcohol como si fueran simples trámites, sin evaluar el daño social que provocan en barrios envejecidos y patrimoniales como el nuestro.
-¿Falta un cambio en la ley, entregar una mayor cantidad de recursos, una dedicación más exclusiva en materia de patrimonio? ¿Qué falta?
-Absolutamente. Pero más que apoyo, falta decisión política, conocimiento técnico y voluntad real. El patrimonio no puede seguir siendo tratado como un concepto decorativo o confundido con la cultura. Cultura es lo que hacemos, lo que creamos; patrimonio es lo que heredamos y debemos proteger. Y para eso, se necesitan personas preparadas, con competencias específicas.
"HISTORIAS QUE INSPIRAN " " En el Barrio Puerto hay cerca de 30 casas que superan los 100 años. Algunas han sido reparadas con esfuerzo para que no se derrumben, otras están abandonadas. ¿Cómo se puede hablar de resguardo si seguimos viendo botillerías aparecer en cada esquina, aumentando la inseguridad y la sensación de abandono?