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Pargua: el camino a Ainco y su futuro con el puente a Chiloé

Hasta la inauguración del camino hacia Chiloé en 1958, quienes se dirigían por tierra hacia la Isla Grande cruzaban por la localidad de Ainco, que es el sector más angosto del peligroso canal de Chacao. Con el ferry surgió el pueblo en torno al sector de Pargua, el que busca proyectarse ahora que el puente a Chiloé volverá a pasar por Ainco.
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En enero de 2025, dos antiguos parguinos se reunieron para compartir sus saberes y vivencias luego de ser testigos y protagonistas de las radicales transformaciones que ha vivido su pueblo que ya se acerca a los mil habitantes y que refleja una modernización acelerada.

Ester Paiñel Ruiz afirma tener "96 o 97 años" y el significado de su apellido mapuche es muy simbólico: "el que custodia el azul celeste del cielo". Ella nos cuenta que "yo nací en Pargua cuando no había camino… era una huella que había en la orilla de los barrancos… cuando pasaba por la playa había unos tajamares… y cuando había mal tiempo no podía pasar".

Su padre trabajaba en labores de campo y también tenía el oficio de "valijero", es decir, transportaba las valijas o bolsos a la oficina de correo que había. "Él tenía unas 70 hectáreas con animales… y cultivaba papas, trigo, avena que llevaba al molino de los Millaquén". Las cinco o seis familias de la localidad eran -según la memoria de doña Ester- : "Don Antonio Cárdenas, doña Antonia Maricahuín… los León… los Ruiz… los Negrón que tenían un gran fundo".

Leonardo Cárcamo Vera, más conocido como "Don Nano", es otro de los antiguos vecinos de Pargua que nos comparte: "Nací en 1939 en la isla Butachauques… mi padre nos trasladó a Puerto Montt cuando éramos niños y él trabajó en el puerto". Con su completa destrucción para el terremoto de 1960, su padre partió al puerto de San Antonio y él tuvo la oportunidad de comenzar a trabajar también en Empremar (Empresa Marítima del Estado).

Ester estudió en la misma localidad de Pargua, "no era una escuela, era la casa de Emilia Wistuba que venía de Daitao, cerca de Calbuco… éramos como 15 alumnos, había hartos Pachecos que eran de camino a Astilleros… después la escuela se instaló en la casa de Correos y Telégrafo donde trabajaba Juan García y luego Francisco Pozo". Tras terminar sus estudios hasta lo que hoy es sexto básico, ella se volvió al campo a trabajar con el papá en una época en que las comunicaciones eran muy difíciles: "Mi papá cortaba leña y hacía carbón… en chalanas (botes de fondo plano) demoraban una semana ir a Calbuco para comprar mercadería para comer y entregar el carbón".

Un hito histórico para la localidad de Pargua fue el terremoto y maremoto de 1960, no por los daños o vidas perdidas, sino por lo que significó en términos de conectividad y la creación del pueblo actual. Al refugio del viento norte, el Estado decidió realizar el cruce a Chiloé al este de Ainco. Don Nano recuerda que "el camino llegó primero hasta el cruce de Calbuco y de ahí para acá fue otra etapa… a fines de 1962 llegó… yo trabajaba en Puerto Montt en la dirección portuaria y cuando se terminaron de construir los muelles, de aquí y de Chacao me trajeron para acá y ahí me quedé hasta hoy".

Camino pavimentado

Don Nano recuerda que "el camino se terminó de pavimentar cuando se inauguró el muelle con el transportador Alonso de Ercilla de Empremar". Cuando llegó a vivir a Pargua ya había más familias además de las mencionadas: "estaban los Santibáñez… doña Emilia Paredes, don Ezequiel Cárdenas… Flora Ayancán, los Trujillo, los Soto, Millaquén, los Ule… para Pargua Alto había más familias como los Vera, los Andrade… Yo llegué tomando la pensión de un Gregorio González que era el sereno (guardia) del campamento cuando se estaba construyendo el muelle".

Antes del terremoto de 1960 la empresa Cruz del Sur -de la familia Almonacid de Puerto Montt- ya realizaba recorridos a Chiloé a través de esta nueva carretera: "Había sólo un bus al día… de a poco fueron aumentando su frecuencia, cuando ya estuvo el camino pavimentado", dice don Nano, a lo que doña Ester agrega que "a fines de 1958 comenzó a venir la micro acá a Pargua conducido por Juan Almonacid y con los pasajeros y había un Paredes que los recibía, tenía el bote para embarcarlos en la lancha pequeña que cruzaba el canal… allá en Chacao tomaban el bus de nuevo".

El trabajo de don Nano era en las "basculantes" del muelle: "Al final del muelle había una escuadra, T, y ahí había un muellecito que era de 10 metros que era una báscula que se subía y bajaba según las mareas para que pudiera atracar el ferry… yo lo movía desde una torre pequeña con un generador… eran sólo dos viajes al día".Don Nano casó con la profesora Rosa Ulloa, originaria de Tenaún, quien fuera exonerada siendo directora de la escuela de Pargua en 1987. Tuvieron tres hijos, entre ellos Rosa Cárcamo, actual directora de la Escuela Puntilla Tenglo.

Los dos contertulios coinciden en que el crecimiento del pueblo fue lento, originalmente dependían de la iglesia de Chayahué, sector con el que tenían más vinculación de toda índole. Sin embargo, en los años 1980 se creó la posta, los bomberos y la capilla católica construida por el padre Antonio Van Kessel, que era el párroco de Calbuco. Doña Ester es fiscal de iglesia investida desde 2010 y lo recuerda con mucho cariño.

Por esos mismos años, don Nano decidió hacerse pescador por el auge de la merluza y del erizo: "había unas cinco lanchas de buceo", recuerda, así como tragedias asociadas a ese peligroso oficio. Finalmente, trabajo con un colectivo en Puerto Montt y al jubilarse volvió a Pargua.

Crecimiento acelerado

Don Nano dice que el crecimiento de Pargua ha sido mucho más rápido en los últimos años: "Los terrenos antes eran baratos y mucha gente del norte se vino para acá, se empezaron a construir grandes empresas en las cercanías y había más trabajo en las que producen alimentos de pescado para las salmoneras, así como en pisciculturas". Ello llevó a algunos conflictos, especialmente con la comunidad indígena Pepiukelén, liderada por Francisco Vera.

Con la construcción del puente sobre el canal de Chacao la vida en Pargua también se ha modificado: "Vienen cientos de trabajadores a comer y beber, a veces es peligroso eso", dice don Nano. Sin embargo, a pesar de que la autopista ya no va a pasar por Pargua, sino que por Ainco, y que los pocos minutos que tomará cruzar el mar va a restar mucha población flotante, ellos creen firmemente que no se va a afectar el crecimiento del pueblo: "Las empresas van a seguir funcionando y van a llegar más (se están construyendo dos pisciculturas nuevas)… también las empresas Cruz del Sur seguirán funcionando con sus transbordadores… con el viento el puente se va a mover mucho", dice Ester Paiñel, quien tiene dos hijos y cuatro nietos.

Para los entrevistados, Pargua es un pueblo solidario donde cuando alguien se enferma, sus vecinos cooperan con un bingo o rifa que se hace en el gimnasio de la escuela. Sus anhelos más grandes son una farmacia, que hubiera un médico permanente en la posta, un cajero automático para contar con dinero, una estación de servicios, reparar la costanera que se cayó por completo al poco tiempo de entregada y mejorar la locomoción a su capital comunal, ya que hay que tomar dos buses.

Se sienten abandonados por Calbuco: "Hay una delegación, pero me gustaría que pudiera funcionar más abierta a la comunidad" dice Rosa Cárcamo.

Pargua: el camino a Ainco y su futuro con el puente a Chiloé

Hasta la inauguración del camino hacia Chiloé en 1958, quienes se dirigían por tierra hacia la Isla Grande cruzaban por la localidad de Ainco, que es el sector más angosto del peligroso canal de Chacao. Con el ferry surgió el pueblo en torno al sector de Pargua, el que busca proyectarse ahora que el puente a Chiloé volverá a pasar por Ainco.
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En enero de 2025, dos antiguos parguinos se reunieron para compartir sus saberes y vivencias luego de ser testigos y protagonistas de las radicales transformaciones que ha vivido su pueblo que ya se acerca a los mil habitantes y que refleja una modernización acelerada.

Ester Paiñel Ruiz afirma tener "96 o 97 años" y el significado de su apellido mapuche es muy simbólico: "el que custodia el azul celeste del cielo". Ella nos cuenta que "yo nací en Pargua cuando no había camino… era una huella que había en la orilla de los barrancos… cuando pasaba por la playa había unos tajamares… y cuando había mal tiempo no podía pasar".

Su padre trabajaba en labores de campo y también tenía el oficio de "valijero", es decir, transportaba las valijas o bolsos a la oficina de correo que había. "Él tenía unas 70 hectáreas con animales… y cultivaba papas, trigo, avena que llevaba al molino de los Millaquén". Las cinco o seis familias de la localidad eran -según la memoria de doña Ester- : "Don Antonio Cárdenas, doña Antonia Maricahuín… los León… los Ruiz… los Negrón que tenían un gran fundo".

Leonardo Cárcamo Vera, más conocido como "Don Nano", es otro de los antiguos vecinos de Pargua que nos comparte: "Nací en 1939 en la isla Butachauques… mi padre nos trasladó a Puerto Montt cuando éramos niños y él trabajó en el puerto". Con su completa destrucción para el terremoto de 1960, su padre partió al puerto de San Antonio y él tuvo la oportunidad de comenzar a trabajar también en Empremar (Empresa Marítima del Estado).

Ester estudió en la misma localidad de Pargua, "no era una escuela, era la casa de Emilia Wistuba que venía de Daitao, cerca de Calbuco… éramos como 15 alumnos, había hartos Pachecos que eran de camino a Astilleros… después la escuela se instaló en la casa de Correos y Telégrafo donde trabajaba Juan García y luego Francisco Pozo". Tras terminar sus estudios hasta lo que hoy es sexto básico, ella se volvió al campo a trabajar con el papá en una época en que las comunicaciones eran muy difíciles: "Mi papá cortaba leña y hacía carbón… en chalanas (botes de fondo plano) demoraban una semana ir a Calbuco para comprar mercadería para comer y entregar el carbón".

Un hito histórico para la localidad de Pargua fue el terremoto y maremoto de 1960, no por los daños o vidas perdidas, sino por lo que significó en términos de conectividad y la creación del pueblo actual. Al refugio del viento norte, el Estado decidió realizar el cruce a Chiloé al este de Ainco. Don Nano recuerda que "el camino llegó primero hasta el cruce de Calbuco y de ahí para acá fue otra etapa… a fines de 1962 llegó… yo trabajaba en Puerto Montt en la dirección portuaria y cuando se terminaron de construir los muelles, de aquí y de Chacao me trajeron para acá y ahí me quedé hasta hoy".

Camino pavimentado

Don Nano recuerda que "el camino se terminó de pavimentar cuando se inauguró el muelle con el transportador Alonso de Ercilla de Empremar". Cuando llegó a vivir a Pargua ya había más familias además de las mencionadas: "estaban los Santibáñez… doña Emilia Paredes, don Ezequiel Cárdenas… Flora Ayancán, los Trujillo, los Soto, Millaquén, los Ule… para Pargua Alto había más familias como los Vera, los Andrade… Yo llegué tomando la pensión de un Gregorio González que era el sereno (guardia) del campamento cuando se estaba construyendo el muelle".

Antes del terremoto de 1960 la empresa Cruz del Sur -de la familia Almonacid de Puerto Montt- ya realizaba recorridos a Chiloé a través de esta nueva carretera: "Había sólo un bus al día… de a poco fueron aumentando su frecuencia, cuando ya estuvo el camino pavimentado", dice don Nano, a lo que doña Ester agrega que "a fines de 1958 comenzó a venir la micro acá a Pargua conducido por Juan Almonacid y con los pasajeros y había un Paredes que los recibía, tenía el bote para embarcarlos en la lancha pequeña que cruzaba el canal… allá en Chacao tomaban el bus de nuevo".

El trabajo de don Nano era en las "basculantes" del muelle: "Al final del muelle había una escuadra, T, y ahí había un muellecito que era de 10 metros que era una báscula que se subía y bajaba según las mareas para que pudiera atracar el ferry… yo lo movía desde una torre pequeña con un generador… eran sólo dos viajes al día".Don Nano casó con la profesora Rosa Ulloa, originaria de Tenaún, quien fuera exonerada siendo directora de la escuela de Pargua en 1987. Tuvieron tres hijos, entre ellos Rosa Cárcamo, actual directora de la Escuela Puntilla Tenglo.

Los dos contertulios coinciden en que el crecimiento del pueblo fue lento, originalmente dependían de la iglesia de Chayahué, sector con el que tenían más vinculación de toda índole. Sin embargo, en los años 1980 se creó la posta, los bomberos y la capilla católica construida por el padre Antonio Van Kessel, que era el párroco de Calbuco. Doña Ester es fiscal de iglesia investida desde 2010 y lo recuerda con mucho cariño.

Por esos mismos años, don Nano decidió hacerse pescador por el auge de la merluza y del erizo: "había unas cinco lanchas de buceo", recuerda, así como tragedias asociadas a ese peligroso oficio. Finalmente, trabajo con un colectivo en Puerto Montt y al jubilarse volvió a Pargua.

Crecimiento acelerado

Don Nano dice que el crecimiento de Pargua ha sido mucho más rápido en los últimos años: "Los terrenos antes eran baratos y mucha gente del norte se vino para acá, se empezaron a construir grandes empresas en las cercanías y había más trabajo en las que producen alimentos de pescado para las salmoneras, así como en pisciculturas". Ello llevó a algunos conflictos, especialmente con la comunidad indígena Pepiukelén, liderada por Francisco Vera.

Con la construcción del puente sobre el canal de Chacao la vida en Pargua también se ha modificado: "Vienen cientos de trabajadores a comer y beber, a veces es peligroso eso", dice don Nano. Sin embargo, a pesar de que la autopista ya no va a pasar por Pargua, sino que por Ainco, y que los pocos minutos que tomará cruzar el mar va a restar mucha población flotante, ellos creen firmemente que no se va a afectar el crecimiento del pueblo: "Las empresas van a seguir funcionando y van a llegar más (se están construyendo dos pisciculturas nuevas)… también las empresas Cruz del Sur seguirán funcionando con sus transbordadores… con el viento el puente se va a mover mucho", dice Ester Paiñel, quien tiene dos hijos y cuatro nietos.

Para los entrevistados, Pargua es un pueblo solidario donde cuando alguien se enferma, sus vecinos cooperan con un bingo o rifa que se hace en el gimnasio de la escuela. Sus anhelos más grandes son una farmacia, que hubiera un médico permanente en la posta, un cajero automático para contar con dinero, una estación de servicios, reparar la costanera que se cayó por completo al poco tiempo de entregada y mejorar la locomoción a su capital comunal, ya que hay que tomar dos buses.

Se sienten abandonados por Calbuco: "Hay una delegación, pero me gustaría que pudiera funcionar más abierta a la comunidad" dice Rosa Cárcamo.