El pasado que no fue
La arqueología es, ante todo, un discurso sobre aquello que existe hace tiempo o que perteneció a un pasado remoto. Desde el siglo XIX, esta disciplina se ha constituido como un esfuerzo racional por conocer y comprender lo que ya no existe plenamente. Lo hace a través de vestigios y documentos que nos permiten recrear, reanimar y actualizar ese pasado en nuestro presente.
Si consideramos las grandes transformaciones históricas de los últimos 10 mil años, podría decirse que la arqueología representa nuestro intento más serio de aceptar aquello que no fue, de comprender el presente que no es y de anticipar el futuro que no será. Entre los vestigios de nuestra modernidad incompleta se encuentran salitreras, fábricas textiles, molinos abandonados y vías férreas convertidas hoy en caminos vehiculares o senderos peatonales. ¿Cuáles serán los restos arqueológicos de nuestra democracia centralista y su persistente segregación urbana y territorial?
Parece paradójico, pero tendemos a negar nuestro propio presente y lo que somos. Desde esa negación de lo dado -a menudo mediante procesos conflictivos y creativos- buscamos construir y transformar el mundo en que vivimos. Es precisamente desde lo inexistente, lo negado y lo ausente que se dinamiza nuestra historia, como plantea Reinhart Koselleck en "Futuros Pasados" (1993), al considerar que las posibilidades no realizadas persisten activamente en nuestra conciencia histórica.
Existen diversas opiniones sobre la naturaleza de la arqueología: ¿es la más científica de las humanidades o la más humanista de las ciencias naturales? Estas dicotomías han perdido vigencia. El reduccionismo disciplinar da paso una visión integrada y dialógica del estudio de los seres vivos, el universo y también de nuestro pasado. Así, el papel de las ausencias y lo desaparecido ha cobrado una fuerza activa y renovada en las miradas críticas sobre el uso del patrimonio arqueológico en la educación y el debate público.
¿Puede existir una arqueología del silencio, de lo reprimido y de lo irrealizado? El fallido intento de redacción de una nueva Constitución para Chile es un ejemplo elocuente. Pensamos no sólo en un presente que no es, sino también un futuro que no será para millones de personas. Tal es el discurso y el decir sobre lo antiguo que plantea la arqueología hoy: no sólo estudiar lo que fue, sino también aquello que no llegó a ser, lo que falta, pero que opera en nuestro tiempo.