La desazón por la calle Antonio Varas
Después de los 53 meses de espera, vecinos y locatarios sufren con una nueva incertidumbre, ahora por obras menores.
La postergada obra de mejoramiento de la calle Antonio Varas en Puerto Montt, próxima a finalizar tras años de espera, se perfila quizás como la principal deuda urbanística heredada de la anterior administración municipal. Lo que prometía ser una renovación para una arteria emblemática del centro, se ha transformado en un símbolo de problemas persistentes y frustración para sus locatarios y vecinos.
Han sido 53 largos meses de incertidumbre y perjuicios. Los comerciantes de esta céntrica vía han debido soportar las consecuencias directas de la quiebra de la empresa original y las subsiguientes dificultades en el proceso de una nueva licitación. Ha sido un calvario que ha significado no sólo interrupciones y dificultades para sus negocios, sino el cierre definitivo de al menos 50 locales, algunos con historia y tradición en la ciudad.
El colmo de esta penosa situación es constatar ahora que, pese al interminable retraso y los perjuicios ya asumidos, los locatarios y vecinos han quedado en una virtual "tierra de nadie" respecto de los detalles finales de la obra que los afectan directamente. La existencia de marcados desniveles en los accesos que impiden la accesibilidad universal y los daños no reparados en fachadas causados durante la construcción, son problemas inaceptables. Es injusto que, además de haber soportado el extenso retraso y sus consecuencias económicas, ahora se les pretenda cargar con los costos y la gestión para solucionar estos desperfectos y adecuaciones, exigiéndoles incluso contratar arquitectos y pagar reparaciones.
Es crucial la necesidad de un rol activo y decidido de la nueva administración municipal. No basta con ofrecer soluciones administrativas; se requiere una gestión proactiva que facilite una solución real y concreta para los afectados. El municipio, como mandante de la obra, debe asumir la responsabilidad y encontrar el mecanismo, ya sea a través de la actual constructora, el financiamiento regional o recursos propios, para garantizar que los accesos sean universales y los daños reparados sin que esto suponga una nueva carga para quienes ya han pagado un precio tan alto.
Lo menos que necesita la ciudad ahora es la sensación de que la calle Antonio Varas, recién "finalizada" en su obra gruesa, vuelva a entrar en un proceso de agobio para sus locatarios y vecinos, esta vez por tener que lidiar individualmente con problemas generados por el propio proyecto.