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voz débil, pero siempre valiente, del papa Francisco bendiciendo en Roma" y agregó, "gracias, papa Francisco". Cabe recordar que Prevost fue muy cercano al papa argentino y que es considerado un reformador y progresista como él.
En la oportunidad instó a los cardenales a "caminar junto". "Debemos buscar juntos ser una iglesia misionera, una iglesia que construye puentes y el diálogo siempre abierto a recibir a todos, a todos aquellos que necesitan nuestra caridad nuestra presencia", añadió.
Y dedicó unas palabras en español en su primera aparición al mundo: "Y si me permiten también una palabra, un saludo... a todos aquellos, en modo particular, a mi querida diócesis de Chiclayo en el Perú", proclamó. Un país, agregó, "donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto tanto para seguir siendo iglesia fiel de Jesucristo".
Con sangre latina
El hasta ayer cardenal Prevost llegó al Cónclave como uno de los candidatos a suceder al papa tras una vida agustiniana marcada por cargos de peso y sólida formación: licenciado en Matemáticas (Villanova), máster en Divinidad (Catholic Theological Union) y doctor "magna cum laude" en Derecho Canónico (Angelicum), con una tesis sobre la autoridad del prior local.
Afable, moderado, reservado, Prevost fue una de las grandes apuestas de Francisco, que lo designó responsable de los obispos de todo el mundo y de su comisión para Latinoamérica. Este misionero ha sido en los últimos años un estrecho colaborador del difunto papa Francisco y entró a su estilo, discretamente, en la lista de 'papables' para este cónclave, como un 'outsider' en medio de otros grandes nombres.
De madre con ascendencia española, Prevost nació en 1955 en Chicago. Su carrera eclesiástica comenzó con el noviciado agustino de Saint Louis donde, en 1981, asumió sus votos.
En 1982, con 28 años, fue enviado al que se convertiría en su segundo país: Perú, mediante una misión en Piura (1985-1986). Esta fue el primer paso de un largo camino en Latinoamérica, que prosiguió en 1988 en la misión peruana de Trujillo, seleccionando vocaciones agustinas en ciudades como Chulucanas, Iquitos y Apurímac y ejerciendo otros roles durante una década en esa archidiócesis.
En 2014, desde Roma, el papa Francisco lo puso al frente de la diócesis peruana de Chiclayo, como administrador apostólico, un año después sería obispo y desde 2018 vicepresidente segundo de la Conferencia Episcopal de Perú, afrontando la grave crisis por los abusos del grupo Sodalicio de Vida Cristiana, disuelto este año por el papa Francisco.
En 2023, Bergoglio lo llama a Roma para hacerlo cardenal y lo nombra prefecto del Dicasterio para los Obispos, el ministerio vaticano que elige a los monseñores de todo el planeta.