Cónclave
Fernando Ramos, , arzobispo de Puerto Montt
Al despertarnos el lunes 21 de abril recién pasado, nos encontramos con la inesperada noticia del fallecimiento del Papa Francisco. Unas pocas horas antes habíamos visto las imágenes en las que el Papa entregaba la bendición urbi et orbi, desde el balcón de la Basílica de San Pedro, con una voz que apenas era un susurro.
Los días siguientes fueron de intensas actividades que culminaron con el multitudinario funeral el sábado 26 de abril, al que concurrieron numerosas delegaciones provenientes de muchos países, así como una gran multitud de fieles, quienes con gran cariño rindieron un último homenaje al primer Papa latinoamericano.
Una semana y media después del funeral, el próximo miércoles 7 de mayo, se iniciará el esperado cónclave en el que 133 cardenales electores tendrán que elegir al nuevo Papa una vez que alguien obtenga al menos 2/3 de los votos. Todo esto ha generado una enorme expectativa sobre qué es un cónclave y quién será elegido.
En estos días, en prácticamente todos los periódicos y medios de comunicación del mundo, aparecen análisis, especulaciones y proyecciones de todo tipo en referencia a quién será el nuevo Papa. La mayoría de estas elucubraciones se basan en supuestas pugnas de poder, aspiraciones ambiciosas de algunos, divisiones irreconciliables en el seno de la Iglesia; en definitiva, se basan en criterios mundanos que no tienen nada que ver con lo que significa la elección del sucesor de Pedro.
Incluso la película Cónclave, una ficción plagada de lugares comunes y visiones superficiales sobre la elección de un Papa, que ha comenzado a exhibirse recientemente en cines y en plataformas de streaming, ha obtenido un inesperado éxito de taquilla, demostrando así el gran interés que hay en la opinión pública sobre este acontecimiento que se aproxima.
La elección de un Papa en un cónclave no es el triunfo de una alianza en contra de un grupo opositor; no es la búsqueda del "jefe" de la Iglesia o del "gerente general"; no consiste en la entronización de algo parecido a un emperador o un rey. Desde el punto de vista de la fe, se trata de la búsqueda de un pastor que sepa escuchar y conducir al pueblo de Dios, que sepa acoger los gritos y sueños de los hombres y mujeres de hoy para iluminarlos con sabiduría e inteligencia desde el evangelio de Jesucristo.
Se trata de alguien que, obedeciendo a lo solicitado por Jesús, sea el fundamento de la unidad de la Iglesia y confirme en la fe a sus hermanos y hermanas, de manera que sea el mismo pescador de hombres que fue san Pedro hace 2000 años atrás.