Correo
Muerte del Papa I
Con la partida del Papa Francisco, el mundo despide no sólo a un pontífice, sino a una voz moral que supo interpelar al poder desde la humildad. Su legado trasciende los muros del Vaticano: nos deja una Iglesia más cercana a los pobres, más consciente del dolor del mundo y más valiente para hablar de lo que antes callaba.
Francisco nos enseñó que la fe no debe vivirse en las alturas, sino en las periferias, donde habitan los migrantes, los descartados, los olvidados. Su lucha contra los abusos, su clamor por una economía al servicio del ser humano y su encíclica Laudato Si' - un grito por la Tierra - son faros éticos para creyentes y no creyentes.
Fue un pastor que prefirió la ternura al dogma, la compasión al juicio, el encuentro al enfrentamiento. Nos mostró que el Evangelio se predica con gestos, no con privilegios, y que el poder sólo tiene sentido si es para servir. Hoy la humanidad pierde a un guía, pero su mensaje sigue: una invitación constante a la fraternidad, al diálogo, al cuidado del otro y de la casa común.
Rodrigo Durán Guzmán
Muerte del Papa II
El fallecimiento del Papa Francisco nos deja, además de su legado espiritual, una herencia intelectual clave para la era digital que estamos viviendo: la "algor-ética". Este neologismo, acuñado por el propio pontífice, es una llamada urgente a incorporar principios éticos en el corazón del desarrollo de la inteligencia artificial.
Francisco no se limitó a advertir sobre los riesgos de la IA -como la deshumanización, los sesgos algorítmicos o la carrera armamentística-, sino que propuso un marco integral donde la tecnología esté siempre al servicio del bien común y la dignidad humana. En "Antiqua et Nova", una nota sobre la relación entre la inteligencia artificial y la inteligencia humana, el reciente mes de enero, el Papa subraya que la IA, por fascinante que sea, jamás debe sustituir la capacidad de discernimiento y decisión moral del ser humano.
La "algor-ética", entonces, exige que los algoritmos respeten valores como la equidad, la transparencia y la privacidad, y que los desarrolladores de estas tecnologías asuman la responsabilidad social de sus innovaciones. Así, el Papa nos recuerda que la última palabra debe seguir siendo humana.
Junto a su legado, el desafío que nos deja es bastante claro: construir una nueva revolución tecnológica que amplíe nuestra humanidad, continuando con su desarrollo, pero con la ética como la brújula de todo avance digital.
Fernando Roa, Agentica Systems
Muerte del Papa III
La muerte del Papa Francisco en Roma, a los 88 años, marca el cierre de un ciclo singular en la historia de la Iglesia Católica y de la política religiosa global. Jorge Mario Bergoglio fue el primer latinoamericano en liderar el Vaticano y su figura dejó una huella particular en la configuración ideológica y estructural de una institución que, hasta su elección, había mantenido durante siglos un eje eurocéntrico. Con Francisco, la Iglesia vivió una transformación hacia la sencillez y una mayor preocupación por los pobres, la diversidad y el rol de la mujer, en una agenda que no estuvo exenta de tensiones internas.
Desde el inicio de su pontificado, Francisco optó por una lógica de involucramiento directo, sin rodeos y con gestos concretos. Visitó numerosos países y, en ese recorrido, Chile ocupó un lugar relevante. En su paso por nuestro país, además de realizar actos litúrgicos masivos, desplegó una narrativa de acogida, especialmente hacia grupos históricamente desplazados. Lo hizo en coherencia con frases como "Si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?", lo que abrió una nueva etapa discursiva dentro del Vaticano. No fue menor su condena a las guerras y a los abusos de poder, ni su llamado explícito a renovar la esperanza en el otro, incluso en aquellos que vienen "de tierras lejanas, trayendo costumbres, formas de vida e ideas desconocidas".
Su condición de jesuita -el primero en la historia en llegar al papado- no es un dato menor. Representa una corriente dentro del catolicismo que, a diferencia de posturas conservadoras como la del Opus Dei, ha tendido históricamente hacia una visión más progresista. Esto marcó tensiones internas no resueltas del todo, y que ahora, con su partida, se reactivan en el debate sobre el rumbo que deberá tomar la Iglesia.
El próximo Papa enfrentará el dilema de dar continuidad a esta línea o retroceder hacia formas más tradicionales, como se evidenció en el contraste entre Francisco y sus predecesores, Benedicto XVI y Juan Pablo II.
Felipe Vergara, analista internacional, UNAB
Muerte del Papa IV
Sin duda, una gran pérdida para la humanidad y para la Iglesia Católica y sus fieles es el deceso del Papa Francisco, sacerdote jesuita argentino quien vivió un año en Chile durante sus estudios de seminarista.
Este pastor singular legó la humildad de su pontificado, el respeto por las minorías y los derechos humanos, el llamado a la cercanía de la Iglesia y de la sociedad con los más desvalidos, y su férrea defensa de la paz en el mundo, particularmente en Gaza y el resto de Palestina.
Descanse en paz Jorge Mario Bergoglio Sívori.
Gastón Ojeda Aguilar
Rifas
La historia destacada en la portada del lunes, de una familia que debe hacer rifas para estar con su ser querido víctima de la irresponsabilidad de un conductor, es una clara señal de que, como país, quienes tienen menos están condenados al olvido y la miseria.
Enrique Cortés Ainol