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Un cerebro en desarrollo puede ajustar funciones si falta una parte del cuerpo

HALLAZGO. Estudio concluye que este mecanismo mejora la rehabilitación en casos de malformaciones o pérdidas sensoriales.
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Agencia EFE

El cerebro, cuando está en formación, es capaz de reajustar sus estructuras y sus funciones nte la falta de una parte del cuerpo desde el nacimiento, según ha demostrado un equipo de investigadores internacionales al constatar cómo reorganiza sus mapas sensoriales en ausencia de estímulos táctiles.

El estudio se ha llevado a cabo utilizando un modelo de ratón que nació sin bigotes principales, tan cruciales para ellos como las manos para los humanos, según ha detallado la investigadora Mar Aníbal Martínez, primera autora del artículo.

El equipo observó así que, en ausencia de los bigotes principales, la región del cerebro que normalmente procesa esa información desaparece casi por completo y la región de los bigotes del labio superior, que son más pequeños, numerosos y con funciones secundarias en el procesamiento táctil, se expande para ocupar su territorio; un proceso que ocurre sólo si la pérdida sensorial se produce antes del nacimiento.

Mediante técnicas de análisis genético y bioinformático, los científicos hallaron que la región del tálamo, que procesa la información de los bigotes del labio, adopta un perfil genético similar al de los bigotes principales cuando estos faltan, lo que permite la reorganización cortical.

Más allá de los cambios estructurales, la reorganización también tiene un impacto funcional, de acuerdo a lo que detectaron los investigadores.

"No sólo observamos un cambio en la anatomía de los mapas sensoriales, sino que los bigotes pequeños del labio adquieren una función que antes sólo tenían los bigotes principales: la capacidad de discriminar texturas", ha explicado Mar Aníbal Martínez.

El hallazgo se comprobó con experimentos de comportamiento en ratones adultos que perdieron los bigotes principales desde antes de nacer, y que fueron capaces de diferenciar superficies rugosas de lisas utilizando únicamente los bigotes del labio.

Además, el trabajo ha demostrado que la reorganización de los mapas sensoriales no depende de la actividad neuronal en el tálamo, sino de cambios en su perfil genético.

Unos genes harían los tomates más grandes

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Un equipo científico de la Universidad Johns Hopkins y el Laboratorio Cold Spring Harbor, ambos en Estados Unidos, ha descubierto genes que permiten cultivar tomates y berenjenas más grandes, una investigación que abre la puerta a conseguir, además, ejemplares más sabrosos.

Mediante un análisis computacional, los investigadores compararon los mapas genómicos y trazaron la evolución de los genes a lo largo del tiempo: más de la mitad se habían duplicado en algún momento del pasado.

Para averiguar qué significado tenían estos cambios en las plantas, los investigadores utilizaron la tecnología de edición genética CRISPR-Cas9 para retocar uno o ambos duplicados de un gen y cultivaron las plantas modificadas para ver cómo los retoques cambiaban las plantas maduras.

En la berenjena africana, una especie cultivada en todo el continente africano y en Brasil por sus frutos y hojas comestibles, los investigadores identificaron un gen que controla el número de cavidades de semillas, o lóculos, dentro del fruto.

Cuando editaron estos genes en la planta del tomate, los expertos hallaron que podían cultivar tomates con más lóculos: cuanto más numerosos eran los lóculos, más grande era el tomate.

"El descubrimiento podría marcar el comienzo de una nueva era de tomates sabrosos, si se hace correctamente", afirman los firmantes de la investigación, entre ellos también del Instituto Boyce Thomson (EE.UU.).

Las neuronas se organizan para almacenar los recuerdos

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Un estudio del Hospital del Mar de Barcelona (España) ha permitido observar cómo las neuronas que conforman el cerebro se organizan para almacenar los recuerdos, en lo que podría constituir las bases de la inteligencia humana.

Los investigadores han podido comprobar por primera vez que las neuronas, al contrario de lo que se creía hasta ahora, generan registros individuales para los conceptos que aprende el ser humano, independientemente del contexto en el que entra en contacto con ellos.

Esto permite a los humanos, a diferencia de otros animales, establecer relaciones superiores y más abstractas, lo que sienta las bases de la inteligencia humana, según el estudio.

Así, según los especialistas, la investigación demuestra que los humanos pueden descontextualizar sus recuerdos para crear un pensamiento más abstracto.

Hasta ahora, los trabajos hechos en animales mostraban grandes diferencies en la codificación de conceptos (sea un lugar específico, un objeto, etc.) cuando se cambiaba el contexto.

Por ejemplo, las neuronas respondían de forma muy diferente si una rata encontraba un objeto en uno u otro lugar, por lo que se creía que esos recuerdos se almacenaban en distintos grupos de neuronas.