Patas arriba
Observar el mundo desde mi privilegiado refugio en Tenglo, me ha permitido recordar a mi profesor de gimnasia en el Colegio Alemán y su orden de ponernos en la posición invertida mientras un compañero nos sujetaba las piernas. En ese momento veía todo al revés: lo que antes había estado arriba, ahora estaba abajo, y todo parecía diferente, aunque era la misma cosa. Por un momento el mundo estaba "patas arriba", aunque volvía a la normalidad cuando yo recuperaba mi verticalidad y era mi compañero el que observaba el mundo al revés.
Y el mundo, por estos días, parece ponernos a todos en la posición invertida.
Donald Trump ha concitado la atención planetaria sobre su persona desde que asumió el mando de su país hace apenas 20 días. En parte se trata de una situación parecida a la que provocan esos amigos que suelen beber de más en las fiestas y todos están atentos a la locura que va a emprender en esas condiciones: si se va a subir a bailar a una mesa o se va a pelear con su mejor amigo. Sólo que esta vez el amigo curadito de todos es también, hasta cierto punto, el dueño de casa y con sus locuras puede ponerlo todo "patas arriba".
Ya tiene buena parte de las cosas al revés. Ha convertido a Estados Unidos, que era el gran adalid del libre comercio, el campeón mundial del libre mercado… en el país proteccionista por excelencia. Y parece dispuesto a pelearse con sus mejores amigos -sino que lo digan México y Canadá- y con el que siempre le ha caído mal también (pregúntenle a China). Ahora, además, está sacando a su país de las organizaciones internacionales y como cuando las cosas están al revés todo puede pasar, ¡lo siguen otros países, como nuestro vecino!
EE.UU. en el siglo 18
En este mundo cabeza abajo, Donald Trump parece estar llevando a su país al siglo 18 y arrastrando al resto del mundo a ello. Ese siglo 18 en que dominaba un mercantilismo en que cada país veía a los demás como enemigos comerciales, no como socios o contraparte, y trataba de proteger sus fronteras por todos los medios. Una época en que dominaban las autocracias, algo a lo que quizás aspira Trump que, por lo menos, ya tiene instalada en Estados Unidos una plutocracia ("Situación en la que los ricos ejercen su preponderancia en el gobierno del Estado", según la Real Académica de la Lengua).
Y qué decir del país europeo que durante las últimas décadas le dio lecciones de tolerancia y aceptación del diferente al resto del mundo y que ahora se ha puesto "patas arriba" a hacer lo contrario. Y sí, estoy hablando de Alemania, el país que acogió a cerca de tres millones de refugiados en la última década. Algunos decían que esa actitud era una forma de limpiar el recuerdo de las atrocidades cometidas por el nazismo, pero como quiera haya sido, ya pronto no va a quedar nada de ese esfuerzo y de ese ejemplo: hace pocos días el líder de la Democracia Cristiana alemana y favorito para ser el próximo Canciller, Friederich Merz, logró que el Parlamento aprobara una propuesta que incluye controles fronterizos permanentes y el rechazo sin excepciones a los extranjeros indocumentados, incluso a los que soliciten asilo.
Esta última, sin duda, una medida muy excepcional porque contradice la normativa de la Unión Europea. Y no sólo eso: las medidas aprobadas incluyen la posibilidad de detener en forma indefinida a las personas pendientes de deportación, algo que lleva a recordar la situación que se vive en la frontera sur de Estados Unidos. O sea: Alemania poniéndose "patas arriba".
Una extravagancia absoluta, de aquellas que sólo uno puede ver si adopta la posición invertida, la está protagonizando en nuestro continente el Presidente de El Salvador, sin duda al hilo de lo que Donald Trump está haciendo en su propio país. Como se sabe, en el casi un mes que lleva de mandato éste ya ha deportado a varios miles de personas indocumentadas ("criminales" en su lenguaje). Para ese efecto los mantiene previamente detenidos en condiciones que muchos califican de inhumanas y ha iniciado la construcción de centros de detención (¿campos de concentración?) para 30.000 personas en Guantánamo.
Quizás para congraciarse con el Gran Hermano, Nayib Bukele, el Presidente de El Salvador a quien ya muchos califican de autócrata, se ofreció a recibir… en su cárcel (se trata de una mega cárcel que también ha dado mucho que hablar y criticar) a los salvadoreños deportados, ¡incluso los nacidos en Estados Unidos y que por lo tanto son ciudadanos de ese país!).
Pero no se quedó ahí. Quizás estimulado por aquello de que ahora el mundo está patas arriba, ofreció arrendar su cárcel o una parte de ella para que Estados Unidos envíe ahí a quien quiera mantener detenido. Dicho de otra manera, Nayib Bukele, que para muchos ya tiene convertida a su nación en una cárcel, la ofrece, mediante el pago de un estipendio, como cárcel de Estados Unidos, y me imagino que también de quien quiera o tenga el dinero para pagar. O sea, el mundo patas arriba… y un poco loco también.
Chile patas arriba
Y nuestro país no se queda muy atrás en esto de poner las cosas patas arriba. Díganme si no lo es el hecho que la izquierda más izquierdista, aquella que llegó para cambiarlo todo o casi todo, la que ponía a las AFP como paradigma de todo lo repudiable y digno de ser eliminado de raíz, haya terminado aplaudiendo y autocongratulándose por una reforma al sistema de pensiones… que no sólo deja vivitas y coleando a las AFP, sino que las blinda para los próximos años y décadas. Sí, los mismos que hablaban de "meterle inestabilidad al país porque vamos a hacer transformaciones importantes" (Sebastián Depolo dixit), no vacilan en abrazarse con Mario Marcel, a quien probablemente no hace mucho calificaban de "neoliberal".
Y para rematar nuestra propia realidad patas arriba, la otra ministra que junto Marcel logró esa reforma… ¡es militante del Partido Comunista!, el partido que no sólo es contrario a las AFP y quiere hacerlas desaparecer, sino que quiere hacer desaparecer al capitalismo todo. O sea, no sólo el mundo, sino que también nuestro querido Chilito está patas arriba.
Sólo nos queda esperar que esta plaga que nos lleva a ver todo al revés no sea más que un fenómeno pasajero, digamos algo así como una enfermedad estival y que pronto dejemos la posición invertida para recuperar nuestra verticalidad.
Tal vez convenga estar atento al aún no famoso asteroide 2024YR4, por el que la ONU activó el Protocolo de Seguridad Planetaria por primera vez, que se estima pueda impactar a la tierra el año 2032, porque de ser efectivo, ahí sí que el planeta estará "patas arriba".