Verano, niños y las pantallas
Con todos los beneficios que ha significado la tecnología, hay una zona oscura con la sobreexposición de la población infantil.
Las vacaciones de verano permiten descansar, disfrutar y salir de la rutina. Pero también representan desafíos para las familias, especialmente cuando se trata de mantener entretenidos a los niños y limitar la exposición excesiva a las pantallas, como eel televisor, computador y celulares.
Según un informe de Unicef, los niños y adolescentes pasan en promedio siete horas diarias frente a la pantalla de su celular o computador; un tiempo prolongado que, según los especialistas, puede generar consecuencias como las alteraciones en el ciclo sueño-vigilia, afectando la calidad del descanso; aumento de los cuadros de ansiedad y una reducción del 40% en la empatía. Incluso hay estudios que relacionan el incremento en las tasas de obesidad infantil con la permanencia excesiva de los menores a las pantallas.
Es cierto que internet se ha transformado en un punto de inflexión para el ser humano, sobre todo en términos de comunicaciones y relaciones con su entorno. Los cambios han sido tan profundos como vertiginosos, ya que el mundo virtual se ha instalado paralelamente a la vida real y cotidiana, tal como la conocemos. Hoy, los teléfonos inteligentes, las tablets y computadoras se han vuelto esenciales para la vida de los niños. Un informe de la empresa de seguridad informática Kaspersky dice que en Chile el 52% de los padres adquieren estos dispositivos con el objetivo de que puedan ser una herramienta de estudio. Sin embargo, esos dispositivos no siempre cumplen únicamente con los propósitos por los cuales fueron adquiridos, por lo que hay un crecimiento en la adopción de aplicaciones de control parental, para prevenir que los niños accedan a sitios inconvenientes.
Dicen los especialistas que la sobreexposición provoca un aumento en los niveles de la sustancia química cerebral dopamina, lo que genera una sensación de recompensa inmediata que dificulta la capacidad de autorregulación, incluso en los adultos. El uso excesivo de pantallas está llegando de forma preocupante en etapas muy tempranas del desarrollo, lo que se asocia no sólo con dificultades motoras, sino que también del lenguaje y emocionales. En ocasiones la falta de espacios adecuados para jugar afecta el desarrollo integral de los niños, por lo que las políticas y normas de edificación y planificación urbana deben considerar el juego como un derecho.