Tribunales, niños y vacunas
La Corte de Puerto Montt tuvo que intervenir en beneficio de un menor cuyos padres se negaban a inmunizarlo.
Vértigo. Esa podría ser una de las palabras que podría servir para caracterizar al mundo actual. Con una información vertiginosa que se esparce por las redes virtuales que permite internet, las reacciones a los hechos noticiosos son casi instantáneas, y muchas veces resulta más fácil emitir el juicio lacerante que esperar las evidencias, contrastar los hechos y recién ahí pasar a la etapa de formación de opinión. El vértigo es tan característico del mundo actual que la velocidad ha impregnado todo: los prejuicios, las ideologías identitarias y los proyectos de futuro. Y mientras más rápida sea la velocidad de los bits, más rápido será el juicio apresurado y las palabras sin pudor ni serenidad que terminan humillando a los destinatarios y esclavizando a quienes las emiten.
Una de las consecuencias del vértigo es la desconfianza. Hay tanta información circulando, tantas interpretaciones, que basta encontrarse frente a una que le haga sentido a una persona, sobre la base de sus propios prejuicios, para que una corriente de pensamiento se convierta en dogma. Así es como se van tejiendo las teorías conspirativas, cada una más delirante que la anterior.
El problema es que la teoría de la conspiración transita a veces al plano de las decisiones, como cuando un grupo de personas durante la pandemia vio en las vacunas contra el covid un amplio y delirante cuadro de complot, poniendo en riesgo su salud y la de los otros. Lo mismo se ha venido repitiendo ahora en Puerto Montt, con familias que se niegan a aplicarle las vacunas del plan nacional de inmunización a sus hijos. En el último de ellos, la Corte de Apelaciones acogió un recurso de protección presentado por el municipio y ordenó que el menor sea sometido a las vacunas que dan protección a enfermedades como la meningitis.
A decir de las autoridades, este año ha habido al menos una decena de casos similares, con tribunales fallando siempre a favor del resguardo de los niños. En este plano, cabría que las autoridades sanitarias idearan un camino diferente para concretar la inmunización obligatoria de los niños. Los abultados y contundentes fallos de la justicia debieran dar paso a vías administrativas que allanen el camino y dispongan, en los tiempos necesarios, la aplicación de las vacunas. Dejar todo en manos de los tribunales no hace más que retrasar los tiempos y complicar todavía más el rol del Poder Judicial.