(Des)cuidar el patrimonio
Juan Carlos Alvial , Filósofo puertomontino
La modernización de la vida cotidiana nos ha llevado a sobrevalorar el progreso y el crecimiento económico, así como las posibilidades de desarrollo profesional e innovación de las diversas industrias. Empero, se evidencia un descuido de las huellas históricas, simbólicas y representativas de nuestras tradiciones, es decir el patrimonio.
Pareciera que existe una lucha entre el pasado y el futuro, la conservación de la memoria y el afán de progreso, mas sabemos que la historia de nuestros pueblos y comunidades se construye contando sus propias hazañas, transformándonos en narradores de lo que hemos sido, somos y seremos.
En sentido, nuestro patrimonio se ve amenazado si vemos sólo la vida social en clave utilitaria, es decir respondiendo a las urgencias de estos inclementes tiempos, legándonos, por consecuencia, a una era de la subjetividad, desarraigada de sí misma y de pobreza espiritual. No obstante, y en clave de respuesta, podemos decir que el patrimonio se puede cuidar y recuperar, si existe la real voluntad del mundo público y privado para velar por la memoria de nuestros antepasados. Resulta paradójico, por decirlo menos, celebrar que el reloj de la Torre Campanario del antiguo Colegio San Francisco Javier, patrimonio nacional, vuelva a estar activo tras cuarenta y cuatro años, mientras que el aporte del Estado fue nulo, los privados tampoco se preocuparon mucho y, como es habitual, la neurótica burocracia administrativa impuso un sinfín de trámites para postular a proyectos que no siempre llegan a consumarse.
De igual manera, es preocupante saber que los viejos estandartes de esta ciudad - puerto ya están partiendo. Recientemente, lamentamos la perdida de don Honorio "el Coloso" Bórquez, quien puso al boxeo puertomontino en lo más alto de nuestra nación siendo campeón nacional, además de lograr competir en los Juegos Olímpicos de México (1968), entre otros grandes logros. En este caso, los cuestionamientos que surgen son ¿quién contará la historia de este aguerrido boxeador?; ¿quién se dedicará a difundir el cultivo de este deporte en la zona?; ¿dónde están los narradores heterodoxos de nuestra ciudad - puerto?
El patrimonio material e inmaterial no sólo es dar cuenta de un pasado "oficial", exige el resguardo y preparación de los cultores, pensadores e historiadores para relatar los hitos no - canónicos de la vida cotidiana del mundo popular, del deporte, del arte y los oficios propios de las comunidades.
Que el cuidado del patrimonio, esencia de lo que somos, no sólo sea una reacción a los acontecimientos, que muchas veces buscan reparar los innumerables descuidos; que, por el contrario, constituya una acción que prevalezca en el radio de ejecución del sector público y privado para seguir siendo esos animales que contamos historias, evitando caer en un Alzheimer patrimonial.