Las mil caras del centralismo
Un gobierno de discurso profundamente regionalista no ha encontrado eco suficiente en los niveles intermedios de Los Lagos.
Muchas expresiones en la vida diaria del país tiene el agobiante centralismo, que pese al decimonónico diagnóstico, las intenciones de todo tipo y las altisonantes declaraciones, siempre encuentra la forma de enquistarse en las instituciones públicas y refrenar la autonomía de las regiones. Es muy cierto que la elección de los gobernadores en el año 2021 se constituyó en su momento en un avance sustantivo para que las regiones fueran labrando su destino desde la arena de la designación de los recursos públicos; y es muy cierto también que el escándalo del Caso Convenios -que en Los Lagos se expresó mediante los $1.200 millones perdidos con Kimün-, puso en duda la eficacia de un proceso largamente acariciado, que tropezó tanto por maniobras presuntamente delictivas como por la candidez o la falta de control que le correspondía a las unidades encargadas del Gobierno Regional.
El centralismo no se manifiesta únicamente en la concentración del poder en el nivel central, ni en la proporción de recursos que se decide a nivel regional versus lo que se resuelve en Santiago. Hay un área mucho más tenue y cotidiana que da cuenta de cierta actitud de desconfianza, temor o indiferencia de los diferentes organismos públicos, o entes de interés público, a la hora de vincularse con la esfera regional o local. Un ejemplo nítido de esto se ve periódicamente en la relación de las autoridades con la prensa, las que evaden responder legítimos requerimientos de información de interés para la ciudadanía.
Pese a que el actual gobierno asumió con un fuerte impulso descentralizador, en rigor se ha producido prácticamente un dramático retroceso en el derecho a la información de la ciudadanía. Si en los gobiernos anteriores los seremis o directores regionales concurrían en general a entregar sin grandes dilaciones la información solicitada, hoy eso se ha convertido en la excepción, por una mezcla de reverencia hacia el nivel central, miedo, falta de empoderamiento o incomprensión de sus deberes como autoridad.
En estas pocas semanas, ha ocurrido con Obras Públicas por la doble vía a El Tepual o con Salud por las evacuaciones aeromédicas desde Futaleufú. Asimismo, se ha hecho costumbre que ministros de Estado visiten la zona casi como si fueran fantasmas, o que presidenciables se reúnan a puertas cerradas, todos eludiendo el contacto con la prensa. El centralismo siempre termina colándose en la vida pública.