¿Chilenos de segunda clase?
El Estado, a través de diferentes organismos, ha dejado abandonados a los habitantes de Llanada Grande y de la Carretera Austral.
Dada su especial configuración geográfica y condición climática, el aislamiento ha sido desde siempre un elemento central en las preocupaciones de quienes viven en la Región de Los Lagos, en particular de las familias que residen en la zona cordillerana, en la provincia de Palena y en las incontables islas del archipiélago de Chiloé. Lo que en otros lugares del país se resuelve con caminos que se asfaltan y se reparan, con sólidos puentes que desafían ríos de bajo caudal y con un transporte terrestre a toda hora, acá tiene que enfrentarse con rutas que serpentean los bosques al borde de precipicios, puentes que muchas veces se los lleva el río y un transporte público que tiene que devanearse entre el mal tiempo y el pago oportuno de los subsidios.
Y los apagones que en otras regiones del país son eventos excepcionales y de alta repercusión mediática, en los lugares apartados de Los Lagos son una amenaza siempre presente por las inclemencias climáticas y el retraso del Estado para asegurar las medidas remediales que corresponde, cuando un río o un alud destruyen una pequeña central hidroeléctrica que le da luz a un pueblo de pocos habitantes. La geografía y el clima, y esto lo saben muy bien los habitantes de zonas rurales de Cochamó, Hualaihué y Chiloé, por mencionar algunos, son factores constitutivos para el acceso a bienes y servicios. Un temporal puede significar un extenso aislamiento de una isla o días sin energía eléctrica para un poblado cordillerano.
La evidencia no está lejana en el tiempo, pues durante estos días, precisamente lugares como Llanada Grande, Hualaihué y el archipiélago chilote han sufrido los embates del aislamiento y el rol de un Estado pusilánime. En el sector rural de Cochamó, hace un tiempo el río se llevó una hidrocentral y al equipo electrógeno le queda diésel sólo para este fin de semana, sin ninguna respuesta decidida y anticipada de la Delegación Presidencial o de Senapred para evitar que los habitantes se queden a oscuras. Y en la Carretera Austral e islas de Chiloé, al menos dos navieras han advertido que dejarán de prestar sus servicios porque el Ministerio de Transportes no les ha pagado los subsidios.
El factor en común es el Estado, que mediante sus distintos órganos pareciera tratar como chilenos de segunda categoría a quienes hacen soberanía a más de mil kilómetros de distancia de La Moneda.