Licitaciones en el Daem
Con todo lo mancillada que está la unidad municipal de Puerto Montt, se ha embarcado ahora en adquisiciones con "amarre".
Monumental será la tarea que cargue sobre sus hombros el candidato que resulte vencedor en la elección de alcalde de Puerto Montt, que se realizará dentro de menos de un mes. Si liderar una capital regional ya es una misión de porte mayor en política, por las expectativas que se generan para responder a las esperanzas de la ciudadanía, sembradas en la época de campaña electoral, hacerlo en el caso de Puerto Montt significará recomponer, primero, la capacidad de gestión de un municipio profundamente golpeado por los escándalos. La destitución de Gervoy Paredes desde la alcaldía, tras un proceso llevado a cabo en el Tribunal Electoral Regional, y la prisión preventiva decretada para quien por años encabezó la que es tal vez la unidad más grande, como el Departamento de Administración de Educacional Municipal (Daem), han infligido un duro golpe para la forma de gobierno que tuvo la comuna en los últimos años.
Pero el desafío no irá sólo desde lo ético, pues tantos años de declive en la gestión municipal requieren, desde la mirada ciudadana, una urgencia estética, en cuanto a mejorar la imagen de una institución arrinconada por las polémicas, excesos discursivos y escasa autocrítica. Quien logre conquistar por los votos el sillón municipal, tendrá una doble tarea. Monumental.
Curiosamente, o no tanto, porque la crisis de gestión y comunicación está ahí, hay aspectos en que lo ético se confunde con lo estético, como en la licitación que pretende realizar el Daem por $1.244 millones, para la compra de útiles escolares y de medallas para las competencias deportivas. Si tal monto ya suena elevado, dado el agudo déficit financiero que arrastra el departamento, la propuesta se enreda todavía más con los plazos: de efectuarse los llamados, se adjudicarían poco antes de que asuma el nuevo alcalde o alcaldesa, quien tendría que asumir, de entrada, un déficit todavía mayor del Daem.
Da la impresión de que hay quienes en el municipio no han logrado aquilatar la crisis de confianza de los últimos años y siguen actuando como si nada hubiese pasado, como si cierto legado de soberbia siguiera presente en algunas oficinas y pasillos y se pensase que las finanzas municipales son, a todas luces, un saco sin fondo. Y no lo son.