Cuando el Estado no quiere un parque
Es singular que el municipio de Puerto Montt y Vivienda le hagan el quite al Metropolitano por las dudas sobre su mantención.
Desde que en el verano del año pasado se abrió al uso del público al Parque Costanera de Puerto Montt, pocas dudas hay acerca del tremendo aporte que le dio tal obra a esa etérea afirmación de "hacer ciudad". Lo que antes era un borde costero lleno de ideas, pero abandonado y un sitio del cual era mejor rehuir, se convirtió en un espacio público de calidad que hoy por hoy congrega a puertomontinos y turistas, en una extensión que va desde el Terminal de Buses hasta el Mall Paseo Costanera, y que sin duda aún tiene oportunidades para crecer en aspectos de entretención.
Puerto Montt cambió para mejor con este parque, que en una parte vino a aliviar el desastre de la postergada remodelación de la calle Antonio Varas y del deterioro del centro desde el ámbito de la seguridad ciudadana. Con estos antecedentes, es difícil digerir que el otro gran parque presupuestado para la capital regional, el Metropolitano, sólo unas cuadras más allá, se haya sumido en un prolongado y silencioso letargo, pese a que el proyecto estaba prácticamente listo para llamar a licitación e iniciar las obras.
Como la gestión pública en torno a la ciudad no deja de sorprender, la piedra de tope para materializar el Parque Metropolitano no es la falta de un espacio adecuado, de una iniciativa concreta ni, al parecer, de los recursos necesarios para levantarlo. El freno es la definición sobre qué entidad del Estado se hará cargo de su administración y mantención, cuestión que en su momento también le significó algún grado de incertidumbre al Parque Costanera.
Considerando los fondos que se necesitan para esta tarea, similares a los $900 millones al año que demanda el Parque Costanera, tanto el municipio como el Ministerio de Vivienda han preferido dar un sutil paso al costado y dejar el proyecto en un escritorio, como tantas otras buenas ideas que hay para el país. Curioso, porque el mensaje, en estos tiempos de crisis de seguridad y de abierta necesidad de recuperación de espacios públicos, pasa con esto a ser algo así como "entreguemos la ciudad", o "quedémonos tal como estamos", en lo que es una bofetada para una capital regional con tantas ambiciones y necesidades, pero con pocas resoluciones.
Con este predicamento, ningún parque sería posible, ni estadios, ni plazas, ni calles, casi como si esta fuera una ciudad en proceso de desintegración. Y Puerto Montt, definitivamente, no es eso.