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El teorema de Baglini y nuestros gobernantes

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En 1986, cuando en Argentina el peronismo acosaba al Presidente Raúl Alfonsín haciendo exigencias muchas veces disparatadas de solución a los problemas sobre todo económicos que entonces aquejaban al país, uno de los más leales defensores del Presidente, el diputado de la Unión Cívica Radical por Mendoza, Raúl Eduardo Baglini, se despachó con la siguiente frase: "La ligereza de las posturas sobre la deuda externa es inversamente proporcional a las posibilidades de acceso al gobierno de un partido político determinado. Es decir que, a menor posibilidad electoral de ser gobierno, más ligereza en el planteamiento".

La frase, aunque probablemente no hizo mella en los adversarios del gobierno, no era sólo ingeniosa, sino que nadie pudo dejar de reconocer que expresaba la pura verdad. Por ello un conocido periodista trasandino, Horacio Verbitsky, la popularizó como el "teorema de Baglini".

El "teorema" hizo fortuna e inmortalizó para siempre a su ingenioso autor, cuya carrera política tuvo sólo otro momento importante, cuando fue electo senador nacional para el período 2001-2003. Después de eso tuvo importantes problemas de estrés hasta que se retiró definitivamente en 2010, hasta fallecer en 2021. Pero su teorema sigue vivo, tanto que ha generado variantes tan lúcidas como su versión original.

Una muestra: "El nivel de disparate del discurso de un político es inversamente proporcional a su proximidad al poder", "A medida que un grupo se acerca al poder, va debilitando su crítica al gobierno", "Cuanto más cerca del poder está, más conservador se vuelve un grupo político" o "Cuanto más se acerca un político al poder más se aleja del cumplimiento de sus promesas de campaña".

Aplicación En Chile

Yo lamento, sinceramente, que Baglini haya fallecido sin alcanzar a ver como su "teorema" alcanzaba una gloriosa demostración práctica en Chile. En todas sus variantes y a todos los niveles de la política.

Desde el nivel más alto. Durante la semana que pasó, en una entrevista concedida a la Radio Presidente Ibáñez de Magallanes, el Presidente Gabriel Boric dijo una verdad tan contundente como bien conocida, sobre todo por las y los jefes de hogar que saben de deudas y de problemas para llegar a fin de mes.

Dijo el jefe de Estado, refiriéndose al reajuste de las tarifas del servicio eléctrico (cuyo congelamiento durante los últimos años ha llevado a una deuda de 6.500 millones de dólares a las empresas proveedoras): "La experiencia que he tenido en el Gobierno es que la deuda que no se paga sale más cara. Por lo tanto, el ajuste que hay que hacer, que es difícil, es un ajuste necesario o sería irresponsable de nuestra parte".

Gran frase, llena de responsabilidad y a una altura totalmente presidencial. Y yo agrego: también una rotunda y prístina demostración del "teorema de Baglini".

Gabriel Boric mismo, con una claridad cristalina, explicó la diferencia entre él "antes" (alejado del poder") y él "ahora" (montado en el poder), al señalar en la misma entrevista: "Como Presidente tengo el deber de ser responsable y pensar no en la próxima elección, sino en la sostenibilidad de las finanzas públicas pensando en las familias chilenas".

Desafortunadamente para todos nosotros, la reconversión en un mandatario responsable y plenamente consciente de sus deberes como Presidente, le llegó a nuestro jefe de Gobierno después de que tuvo a todo el país con el alma en un vilo ante el desarrollo de los trabajos de la Convención Constitucional que él, todavía en modo "alejado del poder", entusiastamente apoyó. O sea, le llegó tarde la versión del teorema que plantea que "el nivel de disparate del discurso de un político es inversamente proporcional a su proximidad al poder" y, para su desgracia, ahora lo está pagando, porque claramente la oposición no parece dispuesta a perdonárselo. Sobre todo, tras el susto que le dio a todo un país y no se muestran muy dispuestos a escuchar los ecos de su reconversión "bagliniana".

Y no es el único caso de demostraciones clamorosas del "teorema". Uno, espectacular, es el de la candidata comunista a la reelección como alcaldesa de Santiago, Irací Hassler.

Ella, que lejos del poder se mostraba cómoda con "el que no baila no pasa", que apoyó sin remilgos el disparate elaborado por la Convención Constitucional, que repudió lo que llamaba "violencia criminal" y "atropello sistemático a los derechos humanos practicado por Carabineros" durante los días del estallido social y que llegó a la alcaldía de Santiago prácticamente regalando autorizaciones a los vendedores ambulantes, ahora no sólo autoriza el desalojo de estos vendedores ambulantes, sino que utiliza a los carabineros como telón de fondo (alguien ha dicho "comparsa") en sus fotografías de campaña.

Esta última exageración en materia de demostración del "teorema de Baglini" le ha valido severas críticas a la candidata cercana al poder y arriesga algún tipo de sanción.

¿Y qué decir del ministro de Energía, Diego Pardow, quien, desde su posición como presidente ejecutivo del think tank Espacio Público, fue el martillo que golpeó diariamente y sin misericordia al Gobierno del Presidente Sebastián Piñera durante la pandemia, proponiendo recetas disparatadas y exigiendo al Estado "estrujar la billetera fiscal" otorgando subsidios? Hoy, ya ministro del gabinete del Presidente Boric, no sólo se ha convertido en el vocero del Gobierno para explicar la necesidad de aumentar las tarifas eléctricas, sino que hace derroche de argumentos para explicar la necesidad de tener control de la caja fiscal.

Bien representado

Puede, así, estar tranquila la memoria de Raúl Eduardo Baglini, pues su teorema, en Chile, está bien representado. Nada menos que por el Presidente de la República y su gobierno.

Ahora bien: si no fueran sólo el Presidente y su gobierno, sino todas las fuerzas políticas que lo apoyan, quienes estuvieran rindiendo honores al "teorema de Baglini", entonces estaríamos viviendo el raro fenómeno de una unanimidad política en el país.

Algo así como lo que Francis Fukuyama llamó "el fin de la historia", esto es que todos pensáramos igual, en este caso con la misma responsabilidad y madurez. Pero eso no ocurre. Entre las fuerzas que apoyan al Ejecutivo aún quedan irreductibles que impiden que la vigencia del teorema sea, entre nosotros, una realidad universal. Ellos insisten en sus disparates.

El Partido Comunista, por ejemplo, ha decidido encabezar, en contra del Presidente y del gobierno, a los opositores al alza de tarifas de la electricidad. Qué le vamos a hacer, Baglini: no somos perfectos.