La teleserie de la calle Antonio Varas
La remodelación ha transitado desde las proyecciones optimistas a la incertidumbre y la desesperanza. Poca fe queda.
A primera vista, que a una obra de infraestructura le reste el 15% para que se dé por finalizada no suena a algo imposible o impracticable. Si tal o cual proyecto ya avanzó un 85%, no es una desmesura sostener que el final está cercano, que faltan sólo detalles y que poco queda para la inauguración, los aplausos, las cámaras y los palmoteos en la espalda. Mal que mal, en un sistema como este, siempre será redituable cortar cintas para tratar de presentarse como el paladín de la gestión pública y, por consiguiente, mantenerse en la retina de las personas a la hora de que vayan a votar.
Pero eso es en la teoría. En la práctica, los hechos demuestran todo lo contrario. Es lo que ha sucedido con el proyecto de remodelación de la calle Antonio Varas, en Puerto Montt, que a estas alturas debe tener a varios de sus locatarios preguntándose si no habría sido mejor dejar todo tal como estaba: una vía estrecha, poco amigable para el tránsito y vieja, pero con uso permanente y sin la perniciosa incertidumbre que los ha perseguido por más tiempo del que le corresponde a una obra pública.
En el último capítulo de la oscura teleserie de "Antonio Varas", apenas dos empresas constructoras llegaron a una visita inspectiva a terreno. En el episodio inmediatamente anterior, una licitación que el municipio anunció a los cuatro vientos que iba viento en popa, fracasó estrepitosamente porque los cuatro interesados se excedieron en el límite de tiempo proyectado (270 días, según todas ellas, versus los 180 días solicitados por la casa alcaldicia, una diferencia no menor de tres meses).
En ese capítulo, hubo varias escenas de locatarios manifestando sus dudas sobre el exitismo del municipio, hasta que a la hora de tener que decidir, las autoridades terminaron, tal vez íntimamente, no se sabe, dándose de cabezazos porque no pudieron cumplir otra vez.
Aun así, en el segundo proceso licitatorio en curso se mantuvieron los 180 días. No sería raro aventurar que en algún trailer de la siguiente temporada, aparezca alguien advirtiendo que los 180 días eran imposibles de cumplir, que se piden ampliaciones de plazo y más recursos, mientras los locatarios de la calle Antonio Varas, cada vez menos y más resignados, permanezcan en silencio frente a mesones sin público y sacando cuentas con una calculadora.