Funeral de Piñera y la república
Los símbolos y discursos en las exequias de ayer en Santiago dan cuenta de un activo fundamental del país que no se debe perder.
Aunque el funeral del ex Presidente Sebastián Piñera se desarrolló a más de mil kilómetros de distancia de Puerto Montt, hasta acá resonó la impronta cívica de un acto republicano en el que participaron los tres poderes del Estado, y en un transversal arco político que involucró a los más enconados adversarios que tuvo el ex mandatario cuando ejerció su segundo mandato, entre los años 2018 y 2022. Independiente del análisis a sus dos períodos a cargo del Poder Ejecutivo, que la historia se encargará de desentrañar y analizar, quizás la lección más importante que queda para el país en estos días es la recuperación de cierta amistad cívica que nunca se debió haber extraviado, y que es la base para afrontar tareas que requieren de todos, por ejemplo, la reconstrucción que demandarán las zonas afectadas por el mega incendio de la Región de Valparaíso, o cualquier otra emergencia que casi con toda certeza sufrirá Chile en su accidentada geografía.
El fraternal abrazo entre el Presidente Gabriel Boric y Cecilia Morel, viuda de Piñera, en el aeropuerto; la guardia de honor al féretro que guardaba los restos de Piñera de parte de los ex presidentes Eduardo Frei Ruiz-Tagle y Michelle Bachelet, o de los actuales ministros; o los discursos cargados de reconocimiento a la labor del fallecido mandatario, hablan de cierta base invisible de la república que siempre estuvo ahí y que ahora quizás vuelva a aflorar. Es lo que necesita un país pequeño, ubicado al fin del mundo, arrinconado por una loca geografía y frecuentemente azotado por desastres naturales, donde su capital humano, el de chilenos resilientes, demanda una convivencia de una clase política que, admitiendo las legítimas y sanas diferencias, entienda que la discusión cargada de ideologías y lugares comunes suele terminar satisfaciendo a sus propias tribus, pero no a la comunidad nacional en su más amplia transversalidad.
Teniendo como telón de fondo un mundo incierto, con actuales conflictos armados en Europa y Medio Oriente y otros larvándose lentamente, donde la tecnología está cambiando la fisonomía de la economía y con una crisis medioambiental en marcha, Chile necesita de una política con adversarios y no enemigos, tal como se ha evidenciado en estos días de duelo nacional.