Lo que sucede en turismo no debiera sorprendernos
El turismo es un sector de la economía que está en permanente crisis. No es de extrañar lo que sucede hoy. Hemos dicho muchas veces que el comportamiento del turismo es azaroso; o sea, sabemos que en enero y febrero viene gente a visitarnos y que el resto del año desaparecen. Porque en Chile se veranea, ello está arraigado en la cultura de todos. La estacionalidad nos ha perseguido siempre.
Lo paradójico es que en el sector hay una inversión cuantiosa en activo fijo, equipamiento y formación de profesionales. Además, el fisco invierte directamente una cifra sideral. En el turismo participa una gran cantidad de gente de manera directa e indirecta, creando una tremenda cadena de valor que llega a los rincones más apartados, pero sólo funciona un par de meses al año. El resto del tiempo hay que buscar nuevas actividades y gente preparada, que habla varios idiomas, como los guías. Agentes de viaje o tour operadores, deben buscar otras fuentes de financiamiento para pasar el invierno. Permanentemente estamos perdiendo capital humano y ello es muy grave.
Sin diálogo
Nuestro turismo funciona en dos departamentos estancos que no conversan.
Por un lado, el sector público regula la actividad, financia lo que cree que debe financiarse y malamente promociona el turismo. También financia proyectos que cree que son importantes, pero tiene poca idea de cómo funciona el sector.
Por otro lado, el sector privado invierte y sufre las consecuencias de la inexistencia de una política pública sectorial.
No es de extrañar que esta sea la peor temporada turística que se recuerda. Asombra que la gente lo diga y leer en el diario que al 23 de enero "la temporada alta aún no comienza", que en enero hubo días en que un establecimiento tuvo 0 pasajeros o que un dirigente declare que "están todos confabulados para destruir nuestra industria". También nos asombra la editorial del día 24, que señala en su bajada de título que "La ausencia de un Plan de Promoción en este momento se vuelve aún más compleja cuando se constata que aún no hay cifras".
Podemos afirmar que planes tenemos, pero nadie los ha aplicado: tenemos política nacional, estrategia regional, política regional y plan de marketing. Cifras no hemos tenido nunca.
Hay algo mucho más grave: autoridad que llega, quiere hacerlo todo de nuevo y se pierde tiempo. Los problemas son los mismos desde hace 50 años.
Chile es poco conocido en el mundo turístico. La promoción es nacional destacando sólo cuatro o cinco destinos consolidados. No hay promoción regional. Las empresas siempre se endeudan para pasar el invierno y pagan con lo recaudado en verano. Este año será igual.
No nos extrañemos de los resultados porque todos somos responsables.
Como no nos queremos quedar sólo en diagnóstico, aquí viene una propuesta que hemos presentado a diferentes autoridades, pero no nos han hecho caso.
Promoción turística
Primero, tenemos que definir nuestro mercado objetivo: Santiago, primero; luego, las regiones del Norte Grande. En lo internacional, Argentina y Brasil van primero. Luego, poner los ojos en Europa y América como mercados potenciales y en mercados emergentes como el asiático.
Si hacemos promoción, nos convertiremos en un mercado conocido y atractivo, porque tenemos un enorme potencial turístico y una tremenda oferta.
Esta propuesta es copiada absolutamente de Bariloche. Ahí se constituyó una entidad privada-pública que se llama Emprotur, en la que participan gremios del turismo y organismos públicos. Tiene un directorio bipartito, un plan de promoción y financian diversas iniciativas.
El financiamiento de Emprotur proviene de las entidades públicas y privadas.
Lo que proponemos es lo mismo para la región, partiendo con un financiamiento del sector público durante los primeros años.
El aporte privado consiste en que cada empresa se pone con una suma por cada pasajero atendido. El dinero recaudado, público y privado, se ocupa en promoción.
El ejemplo es bueno. Bariloche es una potencia en turismo.
Nosotros también podemos serlo disminuyendo la estacionalidad, porque nuestros productos son anuales, pero primero hay que convencerse de ello.
Si esta iniciativa o alguna parecida cobra valor y se lleva a cabo, debe tenerse en cuenta que debe ir acompañada por un proceso de planificación. Debe ser consensuada y justa para todo el territorio. Debe controlarse, evaluarse y ajustarse periódicamente.
Lo que es requisito fundamental es que la gestión y ocupación de los recursos debe ser absolutamente transparente y a toda prueba.