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Sebastián, sede De la Patagonia (Puerto Montt), quien plantea que son los sentimientos de las personas los que vienen a la mente al ver un templo destruido, como el de Carelmapu, más cuando se trata de una iglesia que es un símbolo de la comunidad, puesto que expresa un sentir que va más allá de la materialidad.
De ahí que sostenga que el dolor y la tristeza de la comunidad se relacione con el significado de dicha construcción y no con la materialidad de la infraestructura.
En el fondo, para Tobar, la población vive un luto eterno, porque si se llegase a reconstruir este inmueble, aunque sea similar, sólo es una parte lo que se recupera, porque "la historia nos dirá que es una réplica del original".
Por lo mismo, expresa que es conveniente que en el caso de Carelmapu, el nuevo templo se levante en el mismo sitio. "A nadie se le ocurría instalar un mall o un recinto de otras características, porque este lugar está marcado con la idea de trascendencia, de tradición y de cultura que sigue representando este sitio".
El juicio de Alvial y de Tobar es compartido por el periodista Nicolás Binder, que investigó sobre la Casa Hardessen, cuya columna fue publicada en la edición del El Llanquihue del pasado 7 de enero.
Binder lamenta lo sucedido en Carelmapu, puesto que se trata de "un pueblo que tiene más de 400 años de historia y cuyo templo era la principal iglesia chilota en el continente por su influencia cultural del archipiélago durante siglos".
Binder sostiene que este tipo de situaciones constituyen un golpe muy fuerte para las comunidades debido a que borran parte importante de su historia, lo que implica un gran dolor para sus habitantes, como sucedió, recuerda, "con la iglesia de Ancud, donde se observa que aún no hay reconstrucción".
"Pérdida irreparable"
Raúl Ilharreguy, arquitecto osornino, es uno de los propietarios de la Casa Heisinger, declarada de conservación histórica en Osorno y aunque fue remodelada en 2011, producto del paso del tiempo y de la falta de actividad económica, presenta problemas estructurales que requieren de una remodelación y por ello hoy está declarada estructuralmente inhabitable, razón por la cual están solicitando orden de demolición debido al riesgo que constituye para la circulación de las personas en la calle. Además, ha sido "casa okupa" y en 2019 para el estallido social trataron de quemarla.
El profesional señala que en el caso del templo de Carelmapu, se trata de un bien patrimonial de alta calidad, por lo que tiene un valor muy complejo de calcular para la comuna, así como para los propietarios y para la imagen urbana de la ciudad, más cuando está reconocido a nivel mundial como templo de alto valor arquitectónico y no sólo por su antigüedad, sino que por su historia, por quienes la construyeron y por los sistemas que se utilizaron para este fin, así como las maderas y la especialidad de los carpinteros para trabajar.
Por lo mismo, dice, que en esta clase de edificios su destrucción constituye una pérdida irreparable para sus comunidades, porque aunque se edifique un nuevo recinto y aunque se imite la arquitectura original, nunca se emulará el sistema constructivo utilizado, así como tampoco sus materiales y la historia que presenta este conjunto de elementos.
Identidad
"Identidad y memoria" es lo que pierde una comunidad cuando sufre de un hecho como el ocurrido en Carelmapu. Así lo establece Natalia Cruz, directora ejecutiva de la Fundación de Iglesias de Chiloé (patrimonio mundial) y quien llama a considerar que estos templos se transforman en un centro social e histórico porque es donde se reúne la población para desarrollar actividades que tienen que ver con el compartir y con la religiosidad, pero entendiendo que se trata de espacios históricos y contenedores de memoria.
Y ello, según recuerda, sucedió cuando se quemó la Iglesia San Francisco de Ancud, el 22 de enero de 2020. Un hecho que mucha gente resintió y no sólo porque estuviera perdiendo un espacio significativo para ellos, sino porque contiene memorias que están relacionadas con sus abuelos, bautizos o matrimonio de un familiar.
Entonces, su destrucción lo que hace es que se pierda la memoria del lugar y es ahí donde está la relevancia y el gran dolor que significa esta pérdida para las personas.
De este caso, comenta que estuvo en dos participaciones ciudadanas, en las cuales los asistentes mostraron interés en que se reconstruyera acorde a los valores patrimoniales que tenía al momento del incendio y cuando se declaró monumento histórico. Pero ello, admite, implica una alta inversión que la institucionalidad cultural no puede financiar, ya que superaría los mil millones de pesos.
Arraigo y turismo
El historiador Pablo Fábrega sostiene que el mayor impacto tiene que ver con el arraigo, puesto que los edificios que una persona establece como referencia en su período de crecimiento y de educación otorgan un sentido de pertenencia, lo que es fundamental durante esta fase de la vida.
Ejemplificó que en el caso de Puerto Montt, esta comuna tiene "muchas identidades culturales", pero que por distintas razones, como el acelerado crecimiento de las últimas décadas, el pasado se ha ido borrando de una manera rápida, lo que se traduce en que las nuevas generaciones tengan poca consolidación en la ciudad.
Por lo mismo, para Fábrega es fundamental que existan estos edificios que simbolizan un pasado y representan el sentido de comunidad al ser referentes comunes entre las personas.
Su opinión es compartida por el también historiador Juan Carlos Velásquez, quien señala que cada espacio tiene una connotación distinta, pero que en el caso de Carelmapu lo que se pierde es un lugar relevante de interacción social, dado que la iglesia no sólo es punto religioso, sino también un sitio donde la comunidad se reúne para dialogar.
Velásquez plantea que la destrucción de estos lugares es similar a que si ello sucediera con la plaza de una ciudad o la costanera, debido a que son utilizados para sociabilizar y para convivir.
Plantea que el siniestro de Carelmapu deja huérfanos a los católicos que se congregaban en este recinto, así como también a los visitantes, debido a que su carácter patrimonial, arquitectónico e histórico le otorgaba un valor distinto a la localidad, hasta donde llegaban visitantes con el objetivo de conocer esta iglesia, aunque no fueran católicos, sobre todo los 2 de febrero con ocasión de la celebración de la Virgen de la Candelaria, generando un impacto económico también.
El efecto, agrega Fábrega, es que el desarrollo turístico de una comuna también se resiente tras un siniestro de este tipo y destaca que Carelmapu cuenta con todos los atributos como para desarrollarse en esta área, más cuando se trata de un poblado que existía antes de la llegada de los españoles y fue, además, un lugar de paso del Camino Real, el más antiguo de la región, lo que lleva a que esta localidad tenga una vocación turística.
Para los actores, una vez que la comunidad pierde un patrimonio vive un duelo al saber que parte de su historia terminó junto con el inmueble.
el 2 de diciembre, un incendio destruyó la casa binder de puerto montt.
la iglesia de ancud fue destruida en un incendio en enero de 2020.