¿Cuál es el oficio del filósofo?
Juan Carlos Alvial VargasFilósofo
El jueves 16 de noviembre se celebró el día mundial de la Filosofía, cuestión que no deja de ser llamativo para un saber de carácter inútil, pero que sigue siendo cultivado de modo profesional y autodidacta.
Cada día, los filósofos profesionales son menos, pero existe una tendencia a leer a los estoicos, por ejemplo, reemplazando a la nunca bien ponderada autoayuda. Cuando aparece un escándalo de corrupción se pronuncia la palabra ética. O más de alguno conocerá a alguien que lea de modo recreativo a Aristóteles, Kant o Nietzsche.
No tengo dudas, que por más que los filósofos profesionales se vayan ocultando o desvaneciendo de nuestra sociedad, la filosofía seguirá presente en el niño que pregunta todo para descubrir el mundo, en la mamá que trata de comprender al adolescente en sus crisis existenciales o en el curioso que indaga en autores oscuros o que hablan en difícil. Mas, si surge el cuestionamiento sobre cuál será el oficio del filósofo en nuestros tiempos. Quizás, lo más común sea encontrar al profesor de filosofía en el colegio, a pesar que cuando no hay el profesor de lenguaje o historia termina haciendo clase, o hallar a los filósofos en las Universidades, típicamente, especializándose en autor, escribiendo artículos indexados, viajando a congresos y viendo cómo ganarse un fondo. No obstante, reconociendo los loables esfuerzos de los colegas, considero que el oficio del filósofo no se puede quedar solamente allí.
Ante todo, considero que el profesional de la filosofía debe hacer un esfuerzo para estar en medio del mundo real y salir de su "Torre de Marfil", es decir preocupado y ocupado de los asuntos públicos, dialogando con el mundo contemporáneo, ejercitando la docencia y haciendo pensar a sus destinatarios, ayudando a asombrarse a quien se siente abatido en este vertiginoso mundo.
Además, es interesante reconocer cómo los filósofos han sido capaces de diversificar el espacio de difusión de la disciplina, ya sea en las redes sociales, en los medios de comunicación, como este periódico, en centros de estudios, comités de ética, clubes deportivo y fundaciones que le permiten hablar de la realidad en sus diversas caretas.
Por último, sería imposible definir cuál es la labor exacta del inútil filósofo, pero si en algo estamos de acuerdo, es que escribir artículos para un público objetivo de cinco o seis personas puede ser productivo para las métricas de investigación, pero no para un mundo que está lleno de dudas e incertezas, donde la filosofía algo puede decir.