Uno de los efectos más perniciosos de la agitada vida moderna está configurado por el perfil psicológico de los individuos, que a pesar de vivir integrados al planeta a través de una compleja red digital, se han convertido, paradójicamente, en seres confundidos, angustiados y frecuentemente enajenados. Estas características afectan cada vez más a niños y jóvenes, situación que pone en riesgo el futuro de la humanidad, y de manera muy particular el de nuestro país donde una alta proporción de la población sufre problemas mentales y depresivos.
Los humanos están siendo inducidos a aceptar pasivamente determinados conjuntos de ideas -casi todas con un marcado acento materialista y extremadamente simplista-, mientras rechazan otras, a menudo con la irracionalidad que caracteriza a los reflejos condicionados. Este fenómeno se ha visto aumentado y asistido en el mundo actual por el ocaso de los temas espirituales en vastas regiones de occidente, y también de oriente, lo cual ha debilitado aquellos mecanismos psicológicos con los que el hombre tradicionalmente se ha relacionado con lo trascendente. Cuando se pierden estos valores, tenemos a seres profundamente confundidos y solitarios, que son presa fácil de las corrientes degradantes de la vida que hoy circulan en los medios de comunicación, y principalmente en las redes sociales.
De esta manera, la gente va perdiendo la fe, no simplemente en un "ser superior" sino que en muchos aspectos del sistema propiamente tal; se duda de las personas y hasta la familia ya no es del todo confiable. Se ha perdido la compostura y ahora no se tiene que probar nada a nadie. Se falsea la verdad abiertamente y el orden moral está sujeto simplemente al ser humano como individuo, a la voluntad de cada cual. Somos libres para disponer de nuestro cuerpo, así por lo menos argumentan los auto-denominados progresistas, quienes minimizan el valor de la vida y proponen ser "comprensivos" con quienes atentan contra ella, de cualquier modo o forma. Pero lo que no se menciona es que en todos los lugares del mundo donde se implementan medidas que fomentan una inmensa laxitud moral, más temprano que tarde se cae en un pantano donde conviven la destrucción y el caos social.
Ahora mismo estamos siendo bombardeados con mensajes libertarios centrados en una supuesta dignidad de las personas, particularmente de las mujeres. Nos tratan como si fuéramos unos ignorantes que no tienen un conocimiento acabado sobre estas materias, y acto seguido plantean un "rechazo" hacia propuestas que según esta corriente de pensamiento, atentan contra dicha libertad. Pero, desde un punto de vista práctico y filosófico, el único atentado contra la libertad ulterior de las personas es aquel que les priva de la vida, el que mata, venga de donde venga.