Salud en los adultos mayores
El sostenido envejecimiento poblacional en el país representa desafíos que exigen una atención integral.
La medicina preventiva juega un rol clave en la salud de las personas durante parte importante de su ciclo de vida y, en especial, en los adultos mayores. Como resultado del envejecimiento de la pirámide poblacional chilena, se estima que más de 6 millones de habitantes serán adultos mayores en 2050.
Durante la pandemia de covid, las consultas médicas de urgencia de las personas mayores disminuyeron en todo el país. Ahora, ya superada la situación, las autoridades han planteado la importancia de enfrentar la salud, tanto referida a atenciones preventivas, de urgencia y controles de enfermedades crónicas. Es un desafío que se debe asumir a la brevedad, ya que por no ir a consultar a tiempo, las personas se pueden exponer a patologías que, sin una rehabilitación temprana, pueden tener consecuencias en la salud, como el caso de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y traumatismos encéfalo craneanos, que si no se consultan a tiempo podrían terminar en una discapacidad.
Si bien hay un aumento en la esperanza de vida, es necesario reflexionar sobre cómo están envejeciendo los chilenos, cuáles son las percepciones en torno a su salud, necesidades materiales y sociales, entre otros aspectos que afectan su bienestar.
La población de más de 80 años tiene menores ingresos económicos, mayor presencia de enfermedades crónicas y menor calidad de vida. Según un reporte de la Universidad Católica y Confuturo, 7 de cada 10 personas mayores de 80 presentan factores de riesgo o enfermedades crónicas, como presión alta, hipertensión, artritis, osteoartritis o reumatismo. El mayor temor de este segmento es la dependencia. Pese a que pueden influir muchos factores, el deterioro en la salud es determinante. La salud mental también es primordial en dichos esfuerzos preventivos, la sensación de soledad y las relaciones interpersonales influyen en la percepción de satisfacción vital.
Muchos se preguntan en qué condiciones se llega a la vejez. Es fundamental, entonces, hacer que los llamados años dorados sean efectivamente tales, a través de lo que se identifica como una vejez activa, que comprende el bienestar, participación y seguridad. Se abre la opción de pensar en cómo puede el país seguir trabajando para ser más inclusivo con los mayores, y de qué manera se pueden generar políticas que garanticen su bienestar y calidad de vida.