El emprendimiento es uno de los principales motores de la economía, impulsando significativamente el desarrollo productivo. Esta afirmación está respaldada por innumerables ejemplos, en países tan diversos como Australia, Sudáfrica, Irlanda, Colombia o Chile. El tema del emprendimiento está presente en todas aquellas naciones que buscan progresar y desarrollarse, apostando a fomentar esta característica entre sus ciudadanos; es decir, que incentivan emprendimientos en el ámbito privado, de la empresa privada.
Estamos hablando acá de la capacidad de identificar y coordinar los recursos productivos y ponerlos al servicio de una idea, proyecto o innovación, con el fin de materializar un negocio. La simple estadística de muchos individuos emprendiendo en un país, habla de la salud social y económica del mismo. Y resulta que en Chile existen 950.000 micro y pequeñas empresas formales (y una cantidad similar de informales), más otras 26.000 empresas medianas. Detrás de estas cifras hay una cantidad cercana a los dos millones de empresarios privados, quienes mediante un gran esfuerzo y sacrificio personal, sacan adelante sus negocios y contribuyen a generar el 80% del empleo nacional. Por otra parte, las 12.000 grandes empresas que existen en Chile representan el 1,2% del total de las compañías del país, pero generan el 84% de las ventas nacionales.
Todos estos emprendimientos, pequeños y grandes, contribuyen de manera extraordinaria al bienestar y riqueza de nuestra sociedad. Algunas consecuencias y energías constructivas que generan los empresarios que están tras estas múltiples iniciativas en Chile son: empleo, competencia, variedad de productos y servicios, cooperación, innovación, avance científico y del conocimiento, educación, aporte a las artes y la cultura, entre otras. Estos beneficios se alcanzan incluso de manera mucho más eficiente y diversificada que las alternativas estatales, como lo sería el gasto público en infraestructura, transporte o salud. Sin embargo, habría que hacer hincapié acá en el hecho de que nuestra salud pública adolece de una permanente falta de recursos económicos, situación que impide una atención más expedita de todas las personas que requieren sus servicios. Porque si se trata de profesionalismo y excelencia en el trato de los usuarios, la salud pública chilena es lejos lo mejor que me ha tocado ver durante mis viajes y larga permanencia en el extranjero.
Ahora bien, sucede que en el último tiempo se ha instalado en Chile un debate que no solo minimiza el rol de los empresarios privados, sino que con demasiada frecuencia los impugna y pone en "tela de juicio" frente a la ciudadanía. No tiene mucho sentido centrar la discusión en una supuesta falta de probidad o sensibilidad social del empresariado, pues ello puede conducir a situaciones complicadas que son sumamente perjudiciales para una sociedad emprendedora y dinámica como la chilena. Lo que el país requiere es incentivar el emprendimiento con más planes de apoyo directo del Estado, pues su desarrollo es progreso para la nación como un todo.