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Francisco Barría

El pasado 17 de mayo falleció en los brazos de su esposa, quien fuera un destacado profesor humilde y valiente que inició procesos educativos significativos para diversas comunidades educativas. También fue un importante dirigente scout y un reconocido diácono que avivó la fe en diferentes instituciones, especialmente en cuanto al patrimonio religioso que él con su vida representó.
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Francisco Barría nació en 1945, en Puerto Montt, viviendo en calle Lota y siendo sus padres Ramón Arcadio Barría Hermida y Juana Jonhson Fiedler. Para su vocación religiosa fue fundamental la educación recibida en el colegio de los jesuitas de su ciudad. Estuvo casado por 56 años con la profesora Yolanda Cheuquelaf Zúñiga, con quien tuvo tres hijos criándolos y viviendo por muchos años en la población Pichi Pelluco.

Se tituló de profesor de educación primaria en 1967 en la Escuela Normal de Ancud -donde conoció a su esposa- realizando una mención en Ciencias Naturales, en 1972. También poseía el título de orientador, otorgado por la Universidad Católica del Norte. Su carrera como docente fue una de las mayores vocaciones de su vida. Comenzó trabajando en la Escuela N°49, de Osorno, pero desde 1968 trabajó por 30 años, junto con su esposa, en el Colegio San Francisco Javier, donde también destacó como orientador y dirigente scout, en particular de los lobatos (los más jóvenes). También trabajó en la escuela Árabe Siria (N°7) y en otros establecimientos.

En 1998 aceptó la invitación para ser el primer director del Colegio Católico Federico Ozanam, que trabajaba con familias vulnerables del sector de Mirasol, en donde estuvo hasta 2001, en paralelo y durante el año 1999, también fue director del Colegio San Vicente de Paul de Puerto Octay. Desde el año 2000 se comprometió más con el Arzobispado, siendo docente del instituto Profesional Hogar Catequístico y gracias a ello asumió como el primer director laico entre 2008 y 2012 del Colegio Inmaculada Concepción de Puerto Varas, donde se jubiló y bajo su gestión se construyó el pabellón que albergó a los alumnos de enseñanza media, ya que hasta entonces, era un establecimiento de educación básica. Uno de sus máximos momentos de felicidad fue cuando se licenció la primera generación de cuarto medio en una institución tan antigua e importante.

Su otra gran vocación fue la religiosa. Fue ordenado diácono en 1998, asignado a la Parroquia María Reina y Madre de su población Pichi Pelluco. Participó activamente siendo capellán de muchos movimientos e instituciones, llegando a ser nombrado delegado episcopal adjunto, director de la Fundación de Educación Católica y asesor de la Vicaría de la Educación. Misionó a muchos lugares apartados y por lo mismo, junto a una formación permanente, era muy consciente del valor del patrimonio religioso de nuestra región, por lo que fue uno de los fundadores en 2006 y presidente desde 2015 hasta el final de su vida de la Agrupación por el rescate del Patrimonio Cultural y Religioso de la Arquidiócesis.

Sus últimos años los vivió con su esposa en Piedra Azul, junto al mar, siempre impulsando la fe y el compromiso con la sociedad a través de su humildad y vocación de servicio a los demás. Francisco Barría Johnson refleja muy bien los valores de la cultura católica tradicional, heredera de las Misiones Circulares de los Jesuitas durante la colonia, así como la mezcla de elementos chilotes y germanos más contemporáneos. Él fue un verdadero maestro del vivir como laico comprometido activamente por una iglesia que somos todos.


Johnson: un maestro del vivir