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Día de los Derechos Humanos
Cada 10 de diciembre conmemoramos el Día Internacional de los Derechos Humanos, fecha en que la Asamblea General de Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la que se proclama que todas las personas tenemos derechos inherentes sólo por el hecho de ser humanos, derechos que todas y todos estamos llamados a ejercer, independientemente de nuestra raza, nivel social o económico, sexo u orientación sexual, opinión política o cualquier otro factor que potencialmente genere discriminación. Es base fundamental de esta declaración de 1948 el reconocimiento de la dignidad humana, la libertad y el valor de la democracia para su resguardo y protección.
Entre los principios que guían esta declaración se establece que son universales, por lo cual deben resguardarse en todas las culturas y sociedades, no implicando prácticas y comprensiones totalizadoras u homogeneizantes, sino que respetuosas y situadas en el valor de la diferencia. Además, que son inalienables, es decir, intrínsecos o inherentes a la persona humana; e indivisibles o interdependientes, lo que quiere decir que no hay derechos más importantes que otros, sino que todos se encuentran estrechamente vinculados.
Así, el ejercicio o vulneración de derechos de uno de los derechos tiene un impacto en el ejercicio de uno u otros derechos en consecuencia, de la misma manera que el ejercicio y disfrute de uno depende del ejercicio de otros relacionados de igual manera.
A esto se suma, finalmente, el principio de la progresividad, que reconoce que el Estado tiene la obligación en cada momento histórico de generar acciones tendientes a su garantía y mejora.
Esta declaración sólo cobra sentido si estos derechos son realmente resguardados, promovidos y protegidos en nuestra Constitución, legislación, en nuestras instituciones y en nuestras propias prácticas cotidianas. Si bien hay avances, aún nos falta mucho por hacer sin duda, requiriendo para ello un activo rol del Estado como garante principal y al conjunto de la sociedad toda.
Roxana Zuleta Bravo, académica de la Universidad Andrés Bello
Inclusión y diversidad
Las creencias sociales que ponen de manifiesto la inclusión de la diversidad social en todas sus formas y expresiones han gozado de amplia aceptación pública en las últimas décadas, muy probablemente porque representan apertura, tolerancia y en cierto modo prestigio social, así no se rema contra la corriente en una temática socialmente avalada y reconocida en numerosas normativas nacionales e internacionales.
En este punto resulta curioso destacar que la simpatía social por la diversidad se ha constituido a partir de concebir a los otros bajo un sistema de clasificación de sus diferencias, clasificación que en sí misma acentúa las particularidades entre los denominados y autodenominados diversos. En torno a estas observaciones cabría apuntar de manera central que es necesario conocer las barreras sociales a las que se enfrentan las personas denominadas o autodenominadas diversas, y qué servicios públicos y privados se les deben brindar.
Luego de breves reflexiones la respuesta pareciera ser que diversos somos todos. Al respecto, cabe preguntarse: ¿Es posible que al querer incluir a la diversidad a través de clasificaciones sociales acentuamos su exclusión y, más aún, olvidamos dentro de esa gran diversidad humana las necesidades particulares que cada portador de diversidad requiere para lograr su inclusión?
Cristóbal Sepúlveda, académico de la Universidad de Las Américas
Futuro de la educación
El Ministerio de Educación (Mineduc) cumplió 185 años, organismo que enfrenta el desafío de velar por el desarrollo integral y equitativo de los chilenos. Misión nada fácil considerando las grandes diferencias de acceso, infraestructura y herramientas que existen y que dificultan el garantizar el derecho al acceso a una educación integral.
Entre los principales desafíos que enfrentamos todos aquellos que trabajamos desde las áreas educativas, está el poder transmitir y comunicar nuevas herramientas, involucrando así a los estudiantes, profesores, padres y apoderados, y haciéndolos partícipes del importante rol en la formación de los futuros ciudadanos. También es fundamental reconocer el rol que tienen las TIC en la educación, en la enseñanza y aprendizaje de niñas, niños y jóvenes. Por ello, es muy importante que desde la sociedad civil y las empresas privadas podamos propiciar espacios para que nuestra infancia aprenda en la sociedad digital y para la sociedad digital.
Desde País Digital generamos alianzas público-privadas, así también trabajando conjuntamente con el Mineduc para impulsar proyectos que contribuyan progresivamente al desarrollo de habilidades de orden superior en los estudiantes, que les serán fundamentales para desenvolverse plenamente como futuros ciudadanos en la era digital del siglo XXI. Estos esfuerzos conjuntos posibilitan que no existan impedimentos para mejorar las condiciones de aprendizaje y conectar a comunidades que se han mantenido al margen de estos desarrollos.
De acuerdo con los datos más recientes de la encuesta Casen, cuando más de medio millón de chilenos aún no sabe leer ni escribir, tenemos un doble desafío para que Chile no quede atrás en oportunidades y acceso equitativo a una educación integral para todos y por ello, es sumamente vital el aunar esfuerzos para que nada sea impedimento para que las personas tengan acceso a una trayectoria educativa acorde a las necesidades del mundo digital en el cual vivimos.
Catalina Araya, directora de Educación en Fundación País Digital
Exitoso Mundial de Fútbol
En lo personal, considero que el Mundial de Fútbol de Qatar 2022 ha sido un evento del cual se tenía muy pocas expectativas deportivas, pero sí muchas aprensiones sociales. Sin embargo, creo que fue un campeonato exitoso.
Fueron muchas sorpresas y resultados inciertos hasta el último minuto.
Independiente de lo deportivo, habría que destacar su lado humano. A medida que fue avanzando el campeonato mundial, tuvimos la hermosa oportunidad de conocer la historia de muchos jugadores, en particular de los que representaban al fútbol africano.
Es así como pudimos darnos cuenta del humilde origen de muchos de ellos y del gran sacrificio de sus padres y familiares para permitirles desarrollar su talento deportivo.
En la derrota y en el triunfo, ninguno se avergonzó de demostrar su condición social y religiosa, pues corrieron a abrazar a sus seres queridos que los esperaban emocionados en la cancha y en las tribunas.
Jorge Valenzuela Araya