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Cecilia Vicuña expone en el Tate Modern de Londres

ARTE. Se trata de dos piezas de 27 metros de altura que evocan el nacimiento, así como la crisis medioambiental.
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La artista visual y poeta chilena Cecilia Vicuña fue la primera latinoamericana en exponer en el Museo Guggenheim en Nueva York, además de ganar el León de Oro a la Trayectoria en la Bienal de Venecia. Por estos días, Vicuña instaló dos obras monumentales en el Museo Nacional Británico de Arte Moderno, más conocido como Tate Modern, en Londres.

En vez de escribir, los pueblos andinos tejían y hacían nudos para registrar datos y recordar historias, un sistema de comunicación precolombino llamado "quipu" -"nudo" en quechua-, que inspiró a Vicuña para sus dos nuevas obras monumentales instaladas en el Tate Modern, donde permanecerán hasta abril de 2023.

De 27 metros de altura cada una, las dos instalaciones de "Brain Forest Quipu" presiden la descomunal Sala de Turbinas con un ensamblado de diferentes materiales orgánicos de lana, cáñamo, algodón y yute que cuelgan del techo, entremezclados con otros elementos recogidos por mujeres latinoamericanas en las orillas del río Támesis.

Amor maternal

Vicuña (Santiago, 1948) trabajó durante cinco semanas en este espacio "frío e industrial", para transformarlo en un lugar "cálido", dijo la artista, poniendo en el centro el vínculo maternal y "el amor de los mayores a los recién nacidos".

Así, los dos quipus son la representación poética de una madre y un hijo que, según la comisaria Catherine Wood, se traduce en un contraste entre la composición de la madre, con los materiales más deshilachados y devastados, y la del recién nacido, vigoroso y completo.

Wood también recordó que el título, "Brain Forest Quipu", es un juego de palabras en inglés (entre "cerebro" y "selva"), que se tiene que entender en clave medioambiental: "Es una llamada a la acción para que todos los humanos del planeta piensen e imaginen juntos cómo ahorramos agua, cómo salvamos los bosques, cómo nos unimos y nos replanteamos cómo vivir y preservar nuestro ecosistema".

Cada instalación material va acompañada de su propio sonido, el "Sound Quipu", dos composiciones del colombiano Ricardo Gallo que suenan simultáneamente y se complementan, durante ocho horas, con una mezcla de música tradicional indígena, sonidos de la naturaleza y momentos de silencio.

Vicuña también incluyó videos protagonizados por activistas indígenas y su lucha por la tierra, así como una vertiente social, con un evento el 14 de octubre que reunirá en la galería a artistas, científicos y activistas medioambientales para detener la "catástrofe climática".

Chaiteninas ganaron concurso de música folclórica en Loncoche

ESTUDIANTES. Las Trapanditas se impusieron con un chamamé inédito en su primera incursión fuera de la región.
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Redacción

"Cuando dieron al ganador no escuché bien y no entendí que era nuestra canción y me quedé en shock cuando todos empezaron a saltar y celebrar. Ahí me di cuenta de que habíamos ganado", dice Katherine Chamorro Barría (11), integrante de Las Trapanditas, un conjunto musical formado por cinco niñas chaiteninas, quienes ganaron la XV versión del festival Folclórico Estudiantil Copihuín de Loncoche.

Se trata de la primera versión pospandemia de un evento que es organizado por los asistentes de la educación con el respaldo de la Municipalidad de Loncoche y que convoca a una competencia de canciones inéditas de raíz folclórica.

Las Trapanditas concursaron con la canción "Mi Caballito Lobuno" (chamamé), compuesta por el director musical del grupo, Rony Barría Vargas, quien destaca que es la primera vez que el festival lo gana una agrupación conformada íntegramente por niñas de enseñanza básica, afirma.

Para las niñas, de entre 10 y 14 años, y quienes cultivan principalmente el "chamamé", un ritmo muy particular de esa zona de la Patagonia, esta era su primera incursión fuera de la comuna y de la región.

"La primera vez que viajo sin mi familia", remarca Laura Delgado (14 años), quien cursa octavo básico en el Colegio Almirante Juan José Latorre de Chaitén, establecimiento al que representaron en la competencia con el apoyo del municipio de Chaitén y del Departamento de Educación Municipal.

Incluso el alcalde de la comuna, Pedro Vásquez, viajó a la competencia apoyando a las chaiteninas, lo que fue destacado por las niñas, quienes valoraron que incluso las movilizara el conductor municipal, Alberto Almarza, ello considerando las enormes dificultades que representa salir de Chaitén. Más de diez horas en barcaza y cuatro horas en el minibús, destacó Barría.

Historia

El origen del grupo fue la inquietud por hacer música de una de las niñas, Rayén Barría Gallardo (12 años), quien motivó primero a algunas vecinas, cuenta Katherine, y después fue ampliando el grupo que componen además Maitte Vidal (10 años), alumna de quinto básico; y, Rayén Avilés (12 años), alumna de séptimo básico.

"Siempre me gustó cantar, tocar y todo eso. Mi papá es músico y desde pequeñita tocaba instrumentos. Y me gusta compartir con las chicas, tocar el acordeón", cuenta Rayén Barría. Tan comprometida con el grupo que, incluso estando lesionada, tocó sentada en el escenario el año pasado tras un accidente automovilístico, destaca Katherine.

Respecto de la invitación a la competencia en Loncoche, cuenta Rayén que lo contactaron desde esa comuna de la novena región para ver si querían participar. Él compuso la canción y las niñas se pusieron manos a la obra para la que sería su mejor interpretación.

Cuentan que nunca pensaron que iban a ganar. "Íbamos con todas las ganas", dice Rayén, pero igual tenían claro que era su primera vez, "pero contentas igual, participar, conocer otras niñas que también tocan, muchos nervios, muchísimos… Eran dos días, el primero, todas nerviosas y nos salió genial, muchos aplausos y nos sentíamos muy contentas", agrega.

Y además estaban las locales, las niñas que representaban a Loncoche, agrega Katherine, pero ya con participar estaban felices.

Porque uno de los motores de su agrupación es el cultivo de los valores, las costumbres y la música de la Patagonia. Eso es lo que dicen sus canciones, cuenta Katherine, historias de la zona. Y aunque no saben si en el futuro se quieren dedicar a la música, aclara Rayén, por de pronto seguirán juntas tocando a todos los eventos que las inviten.

"Mi papá es músico y desde pequeñita tocaba instrumentos. Y me gusta compartir con las chicas, tocar el acordeón"

Rayén Barría, Integrante de Las Trapanditas