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Luminarias: una tradición religiosa de Calbuco

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La noche de las luminarias en la víspera del onomástico de San Miguel, el 28 de septiembre, es una costumbre de origen español que se remonta al período colonial en la antigua provincia de Chiloé. Los españoles tenían como costumbre, en sus fiestas, encender luminarias. En celebraciones como Corpus Cristi existe registro histórico de su encendido.

Un documento que alude a esta práctica es una ordenanza del 1 de junio de 1748, mencionada en el libro de Rodolfo Urbina: "La periferia meridional indiana: Chiloé en el siglo XVIII". Este decreto hace exención de realizar esta actividad a cierto grupo de indígenas por parte del protector de indios en Chiloé, estableciendo "que no apremien a caciques ni tributarios… a la conducción de leña para luminarias en la festividad de corpus, ni demás fiestas".

En Calbuco, esta costumbre no desapareció; permaneciendo la tradición de encender luminarias en la víspera de San Miguel como un vestigio de lo realizado por los españoles, que establecieron sus modos y hábitos, dando origen a un proceso de mestizaje cultural con la población originaria.

En un texto titulado "Las luminarias de San Miguel", del 1 de octubre de 1954, encontrado en el libro Historial de La Parroquia San Miguel de Calbuco, escrito por el sacerdote Juan Bergenhenegouwen, es posible encontrar referencias acerca de la tradición:

"Es costumbre en Calbuco y en los campos de la parroquia y más alrededores encender las luminarias en honor a San Miguel, en las vísperas del 29 de septiembre, cuando va oscureciendo. Debe ser una tradición antigua, pues la gente del campo toma esto muy en serio. No sé si esto es costumbre por todo Chiloé o sólo en la región que desde antiguo alcanzaba la parroquia de San Miguel de Calbuco. En Huar, Puluque, Tabón, lo hacen".

Esto fue asimilado por los indígenas a partir del proceso misional de las órdenes religiosas, lo que originó un proceso de sincretismo religioso que se evidencia en distintas celebraciones católicas de la comuna y región.

En el siglo XX era común que las familias construyeran sus luminarias. También comenzó la confección de faroles, así como encender velas en las ventanas de las casas, que aún se mantiene entre las personas más antiguas que manifiestan su veneración a San Miguel.

La luminaria actual se construye, generalmente, sobre la base de una estaca de madera en el centro, alrededor se ubican las quilas (chusquea quila), las cuales son sujetadas hacia la estaca con alambres o cabos. La recolección de quila seca se hace con días de anticipación. La luminaria adquiere una forma de haz o gavilla. Existen de variados tamaños, alcanzando generalmente entre tres a cinco metros de altura.

El documento parroquial de 1954 menciona un gran número de luminarias en los sectores rurales continentales e isleños, los cuales eran apreciados desde el centro de la cuidad:

"Otros años cuando había un buen día, he contado frente a la Iglesia mirando desde la izquierda el Rosario, Rulo, San Agustín. Toda la isla de Puluque y Chidhuapi, más de cien fuegos desparcidos por el campo y en diversas alturas de las lomas".

En capillas rurales donde existe una imagen de San Miguel se celebra con fervor. Chidhuapi es un ejemplo de devoción comunitaria hacia "San Miguelito", como cariñosamente llaman a su santo, imagen que arribó hacia la segunda mitad el siglo pasado. El encendido de la luminaria más grande del archipiélago es antecedida por una novena en su honor, dirigida por el fiscal. Es armada los días previos por los hombres, que se encargan de recolectar las quilas. Los estudiantes de la escuela básica realizan faroles para la ornamentación del frontis entre la escuela y capilla.

En la tarde del 28 de septiembre se realiza la liturgia, después la imagen de San Miguel sale en procesión por un camino aledaño, seguido por pasacalles, toque de campanas y juegos de artificio, los fieles invocan plegarias bajo la guía del sacerdote y el fiscal. Prosigue el batido de banderas, acto de reverencia del patrón de la capilla, se prende la luminaria, la cual se encarga de iluminar y dar calor, cuyo consumo es contemplado por los adultos, mientras los niños juegan alrededor hasta que el fuego se consume.

El origen de la luminarias en Calbuco es una discusión que carece de fundamentos históricos documentales, basando sus interpretaciones en la tradición oral. La génesis más segura estaría relacionada con la costumbre española de encender fogatas en vísperas de celebraciones religiosas.

La pregunta que debiera plantear las discusiones futuras sobre el tema, debiese situar como interrogante del por qué, si en toda la antigua provincia de Chiloé era costumbre realizar este tipo de fuegos durante las distintas fiestas religiosas, Calbuco es el único lugar donde se ha mantenido, en víspera de San Miguel.

Resalta la permanencia de una costumbre arraigada con fuerza en Calbuco, una sólida manifestación de identidad local que se niega a desaparecer.