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que eso no fue así. Por lo tanto, hubo un rechazo al contenido, pero también a la forma. El resultado del plebiscito es un llamado de atención a que no se puede seguir avanzando sin prudencia, sin moderación, sin acuerdos ni menos de la manera que avanzaron los constituyentes, creyendo que representando a una mayoría circunstancial iban a ser capaces de instalar una especie de programa de gobierno con una constitución que los representara a todos y todas. Eso no ocurrió.

-Usted trabajó mucho en terreno. ¿Cuál fue la clave de trabajo territorial?

-La mejor campaña es la pega bien hecha y creo que el mal trabajo que se hizo desde la Convención fue gatillante para que en el plebiscito de salida, con voto obligatorio, votando todo Chile, las personas se inclinaran por rechazar la propuesta. Fueron los constituyentes o un grupo importante de ellos los que dinamitaron la posibilidad de haber cerrado el proceso constituyente el domingo pasado. Ellos se farrearon el mandato de la ciudadanía para poder armar un texto que lograra grandes acuerdos, representar a la inmensa mayoría, que fuera un texto de sentido común. El hecho de que no haya quedado un Estado constitucional de emergencia cuando el propio Gobierno del Presidente Boric lo está ocupando y cada 15 días viene a solicitar (al Congreso) que se renueve, es sinceramente una ausencia de sentido común y de prudencia con la que debió haber actuado la Convención. Fue una buena decisión y una buena estrategia el que por ejemplo los líderes de partidos políticos estuvieran en una segunda línea, de que se notara que había una campaña transversal de la sociedad civil organizada, llámense los Amarillos, Ciudadanos, Con mi plata no, los regionalistas, que estuvieran con grupos transversales haciendo campaña para rechazar la propuesta. Y también que dentro de la franja los espacios estuvieran destinados precisamente a la sociedad civil e incluso con más tiempo para personas de centroizquierda, si es que las podemos situar en algún lugar. Era muy importante transmitirles a las personas, y así lo entendieron, que esta no era una elección entre la izquierda y la derecha. También estamos muy conscientes de que es no es un resultado de nuestro sector político.

-No estuvieron los políticos en primera línea, pero ahora sí deben estarlo, y ya partió el debate en la centroderecha y no se vislumbra unanimidad en torno al camino a tomar.

-Lo primero es que desde nuestro sector todas las acciones deben estar encaminadas a cumplir el compromiso que hicimos, que Chile tenga un nuevo pacto social y político, una nueva Constitución. Asistimos a la reunión con el Presidente de la República en La Moneda, a las reuniones que han estado convocadas por el presidente del Senado y la Cámara para que la conversación se radique en el Congreso Nacional, para poder tener un acuerdo mayoritario y transversal que le entregue certezas al país y que permita aclarar cuál es la instancia que va a conocer o a redactar este segundo borrador, qué tiempo se va a demorar esta instancia, en cuánto más se tiene que constituir esta instancia, si vamos a tener nuevamente un plebiscito con voto obligatorio o no. Es muy importante que desde nuestro sector transmita con claridad, para cumplir el compromiso que hicimos no solo frente a nuestro electorado solamente, sino que frente al país. Al final del día somos los políticos los que estamos llamados a encontrar las vías de salida en circunstancias de tensión y crisis en el país. Por lo tanto, esta no va a ser la excepción.

-El jueves un grupo de parlamentarios de su partido señaló que no quieren elegir una nueva Convención Constitucional. ¿Cuál es su posición al respecto?

-Estamos en plenas conversaciones en el Congreso Nacional para tomar una buena decisión sobre esa instancia u organismo que tenga participación ciudadana, con presencia de expertos y un tiempo no tan extenso de trabajo, ya que hay de dónde empezar. Se deben recoger temas de la actual, el trabajo de la constituyente e incluso la propuesta de la ex presidenta Bachelet. Será el Congreso Nacional, al igual que el 15 de noviembre, el que dé certezas de las características, espero en unos días más. La participación ciudadana es clave en este proceso.

-¿Ya hay algo definido? ¿Escaños reservados? ¿Plazos?

-Dentro de las conversaciones hay una cuestión que siento que es mayoritaria y es que no nos podemos demorar mucho. No podemos pasarnos la vida discutiendo si Chile va a tener o no una nueva Constitución, por lo tanto, los plazos deben ser acotados. Pero me gustaría que los mínimos comunes fueran los siguientes: actuar con prudencia, con moderación. El país también nos dijo el domingo que quiere cambios, pero con moderación, sin imposición y con acuerdos. Por lo mismo, no solo hay que preocuparse en estos días de las formas, sino que de cómo vamos a actuar, y eso, si no lo hemos entendido, difícilmente vamos a poder sacar adelante y terminar de buena forma este proceso. Ahora, una Convención Constitucional, así como la conocimos en la primera etapa, lo veo poco viable, porque cuando tienes sobre el 60% de los chilenos votando rechazo, evidentemente la Convención fracasó. No me refiero solo a que uno votó desde la ducha y otro llegó disfrazado, me refiero a que no fueron capaces a lograr acuerdos con sectores que sí estuvieron disponibles para aquello. Y me consta. Por ejemplo, el colectivo de RN con Evópoli todos los días llegaba con sus propuestas, con sus ideas y, literalmente -y algunos constituyentes lo dijeron en sus últimos discursos-, no las recogían, porque tenían la firma de sectores de centroderecha. La ciudadanía también rechazó esa manera sesgada de actuar dentro de un colectivo, de una Convención cuyo mandato era redactar un acuerdo para las próximas décadas en nuestro país.

-¿En qué plazo está pensando cuando habla de acotado?

-Ahí va a depender mucho del camino que se tome, porque si desde el Congreso Nacional, de manera mayoritaria y transversal, se logra un acuerdo para que evitemos un plebiscito de entrada, obviamente estamos hablando de plazo muy acotado. En cambio, si no somos capaces, va a tener que ser la ciudadanía la que al final del día decida, claro que el propio Servel nos ha dicho que antes de tres o cuatro meses es imposible tener otra elección. Por lo mismo, va a depender de los plazos y acuerdos que se logren, pero sí creo que tenemos que dar certezas a la ciudadanía en los próximos días de cuál va a ser el camino a seguir, de cuál va a ser la instancia, cuánto va demorar el trabajo de esa instancia, cuándo se va a constituir. Luego, esa propia instancia no tiene por qué tomarse un año. Yo creo que la mitad, o mucho menos, podría dar para corregir errores que fueron puntos clave para que las personas terminaran inclinándose por el Rechazo, e incorporar aquello que las personas terminaron echando de menos, en lo que podría transformarse en nuestra Constitución para las próximas décadas.

-¿Deben incluirse expertos?

-Por supuesto, yo creo que la ciudadanía pide a gritos que haya un trabajo serio, responsable, con estudios, con conocimiento y de quienes, por qué no decirlo, le han dedicado su vida al tema constitucional. Cuando hablo de expertos, ojo con esto, no hablo solo de académicos, yo creo que el rol de la política en la Convención tiene que estar muy presente y también siento que fue lo que faltó. A modo de ejemplo, qué duda cabe que Fernando Atria y Jaime Bassa son expertos en materias constitucionales, pero lo que les faltó fue política, fue la capacidad de ponerse de acuerdo, de entender que aquí la retroexcavadora no corría, de entender que a lo mejor ellos tenían una idea y al frente otra, y que había que lograr un cierto equilibrio, y eso es la política pura: el poder lograr acuerdos en virtud de ceder espacios o posiciones. Por eso digo "bienvenidos los expertos y los políticos, porque van a ser claves para esta segunda etapa".

-En otro plano, ¿el nuevo gabinete es mejor o peor que el anterior?

-Creo que hoy uno nota que hay más experiencia y un pequeño giro a la socialdemocracia. Me refiero a las ministras Tohá y Uriarte, pero también hay otras señales que a mi juicio son erradas, como por ejemplo mantener al ministro Jackson dentro del comité político, y no lo digo porque haya hecho bien o mal su trabajo, lo digo porque qué duda cabe que desde que estuvo en la Cámara fue uno de los principales ideólogos de estas ideas que terminaron siendo aprobadas en la Convención y rechazadas por la ciudadanía. Hay también cierta responsabilidad política que pensé que se iba a cobrar, pero entiendo que al final del día pesa no solo la cercanía o la confianza que existe con el Presidente, sino que el rol que se cumple dentro de Apruebo Dignidad y de Revolución Democrática.

Sin perjuicio de esto, qué duda cabe que hubo improvisación, por cierto, como también hubo en otros cambios anteriores, pero prefiero que el Presidente se demore una hora y media más que lo anunciado con tal de que no cometa errores. Habría sido más dañino cumplir con el horario y haberlo nombrado (al militante comunista Nicolás Cataldo, quien fue anunciado como subsecretario del Interior y luego "bajado" del cargo), que haberse retractado.

Una inédita mesa en el senado, con partidos de todos los sectores políticos dio esta semana el "vamos" para diseñar un nuevo proceso constitucional.

"Creo que tenemos que dar certezas a la ciudadanía en los próximos días de cuál va a ser el camino a seguir, de cuál va a ser la instancia, cuánto va demorar el trabajo de esa instancia, cuándo se va a constituir. Luego, esa propia instancia no tiene por qué tomarse un año. La mitad, o mucho menos, podría dar para corregir errores".

"Qué duda cabe que Fernando Atria y Jaime Bassa son expertos en materias constitucionales, pero lo que les faltó fue política, la capacidad de ponerse de acuerdo, de entender que aquí la retroexcavadora no corría y que había que lograr cierto equilibrio, lograr acuerdos en virtud de ceder espacios o posiciones".