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Ola de indignación en Rusia tras el asesinato de la hija del ideólogo de Vladimir Putin

MOSCÚ. Clase política sospecha que Ucrania tiene relación con la bomba que hizo estallar el auto en el que iba la hija de Alexsandr Dugin. Kiev niega estar implicado.
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Agencias

El atentado con bomba en que murió el sábado en la noche Darya Dugina, hija del líder del movimiento neoeuroasianista, Alexandr Dugin, uno de los estrechos aliados del presidente ruso, Vladimir Putin, provocó una ola de indignación en la clase política rusa, que demanda que el crimen no quede impune y agrega incertidumbre al curso de la guerra en Ucrania.

El líder de la autoproclamada república popular de Donetsk, en el este de Ucrania, el prorruso Denis Pushilin, acusó directamente al Gobierno de Kiev de estar detrás del atentado: "En un intento de eliminar a Alexandr Dugin los terroristas del régimen ucraniano, mataron a su hija".

La portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárova, advirtió de que si se confirma la "huella ucraniana" en el atentado, habrá que "hablar de la política de terrorismo de Estado del régimen de Kiev.

"Esperamos los resultados de la investigación", concluyó la diplomática.

A su vez, el senador ruso Andréi Klishas, calificó el atentado como un "ataque enemigo" y demandó llevar a la justicia a sus autores materiales e intelectuales.

"Este crimen no puede quedar impune (...) Hay que responder con dureza y decisión", afirmó Piotr Tolstoi, vicepresidente de la Duma del Estado, la Cámara de Diputados de Rusia.

Por su parte, las autoridades ucranianas negaron toda implicación en el atentado.

"Subrayo que Ucrania no tiene nada que ver con esto, porque no somos un Estado criminal como la Federación Rusa ni somos un Estado terrorista", dijo Mijailo Podolyak, uno de los asesores del presidente Volodimir Zelenski.

Indicó, por el contrario, que Rusia comenzó a "desintegrarse internamente" y que varios grupos políticos están empezando a enfrentarse en una lucha por el poder.

Como parte de esta redistribución ideológica, está creciendo la "presión informativa" sobre la sociedad y se está usando la guerra en Ucrania como vía de escape, mientras que los sectores nacionalistas se están radicalizando aún más, afirmó.

Quién es Dugin

Dugina, de 29 años, murió al estallar un bomba en su vehículo cuando circulaba por una carretera en las afueras de Moscú procedente de un festival donde había estado con su padre.

Según el digital Gazeta.ru, que cita un canal de Telegram, Dugin tenía previsto regresar a Moscú en el auto de su hija, pero cambió de opinión en el último momento.

Dugin, de 60 años, escritor y filósofo, es considerado uno de los ideólogos que más ha influido en la política rusa de los últimos años y el particular en el rumbo adoptado por el presidente Putin, al punto que se le tacha como uno de los cerebros tras la guerra de 2014 que culminó con la anexión de Crimea a Rusia y que se prolongó hasta la actual invasión al Donbás.

En su juventud profesó un anticomunismo y antisovietismo radical que abandonó tras la caída de la Unión Soviética, al punto que en 1993 defendió con los comunistas la sede del Parlamento de Rusia cañoneado por orden del entonces presidente ruso, Boris Yeltsin.

Más tarde participó en la fundación del Partido Nacional Bolchevique, formación opositora radical ya desaparecida.

A partir del año 2000 Dugin defiende las ideas de euroasianismo y el conservadurismo, que propone como plataforma ideológica a las autoridades del país, a la que acusa de carecer de toda ideología.

Sanciones

Desde 2015, el filósofo se encuentra bajo sanciones de Estados Unidos por "acciones o políticas que amenazan la paz, la seguridad, la estabilidad o la soberanía o la integridad territorial de Ucrania".

En marzo pasado, después del comienzo de la "operación militar especial" rusa en Ucrania, su fallecida hija también fue sancionada por EE.UU. por su labor como directora de la web United World International (UWI), calificada por Washington como "un medio de desinformación".

Crece alarma en torno a central nuclear y líderes de Occidente piden misión

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Los combates mantuvieron ayer su intensidad en los distintos frentes de Ucrania, aunque sin progresos para las partes sobre el terreno, mientras crece la alarma por la suerte de la planta nuclear de Zaporiyia, controlada desde marzo pasado por las tropas rusas. La mayor central de Europa comunicó a través de su operador, la ucraniana Energoatom, que "los bombardeos periódicos de la central de Zaporiyia por parte de las tropas rusas con misiles antiaéreos entrañan un grave riesgo para la operación segura de la planta". Lo anterior, para denunciar que el sábado como resultado de los bombardeos "resultó dañada una galería por donde pasa el personal a las unidades de potencia". La administración cívico-militar creada por Rusia en la zona aseguró ayer que la central nuclear funciona con normalidad y que "cayeron proyectiles junto a un edificio administrativo". Mientras, los líderes de Estados Unidos, Francia, Alemania y Reino Unido insistieron ayer en que se debe poner en marcha una misión del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) a la central.